
Sor Juana Inés de la Cruz: la más atrevida
Juana Inés de Asbaje Ramírez de Santillana. Así se llamaba la que todos conocimos como Sor Juana Inés de la Cruz -nombre que acuñó a partir de su profesión religiosa-.
Hay muchas conjeturas respecto a su fecha de nacimiento ya que para algunos historiadores los días no coinciden con acta de bautismo o no existe correlación con los nueve meses que la debieran separar del de su hermana.
Para este blog -como para la mayoría de los especialistas- nació un 12 de noviembre de 1648 en la localidad de la llamada Nueva España, México.
Precoz, aprendió a leer a los tres años. Y a los ocho ya tomaba clases de latín.
Criada prácticamente por sus abuelos maternos (según dicen, jamás conoció a su padre español) pasaba gran parte del día leyendo en la biblioteca que tenían en la casa. Allí también aprendió náhuatl con los indios de las haciendas de su abuelo, donde se sembraba trigo y maíz. Cuando muere Pedro Ramírez, el abuelo, su madre se hizo cargo de las tierras. Juana le pide a su mamá -Isabel- que la inscriba en la universidad haciéndose pasar por hombre; propuesta que su progenitora declina,
no quedándole otra a la joven que hacerse autodidacta en las artes y las letras.
Por otro lado, con la muerte del abuelo, Juana se fue a vivir con su tía materna y su marido ya que su madre acababa de concebir un hijo nacido de una nueva relación. Unos años más tarde, sus tíos la enviarían al palacio virreinal en calidad de criada, donde asumiría su protección doña Leonor de Carreto, marquesa de Mancera y virreina consorte, de ascendencia germana. Por ese entonces, Juana tenía dieciséis años.
Sor Juana: científica, poeta, dramaturga y compositora
En la corte, se destacó por los profundos conocimientos que tenía y para poder continuar con su aprendizaje, sor Juana ingresó en el convento de San Jerónimo, con el único fin de evadir el matrimonio y encontrar solución a su destino económico.
Es aquí donde pudo realizarse plenamente. Contaba con una celda sólo para ella donde escribía diversos y variados textos (poesías, obras de teatro religiosas, prosa), componía canciones, realizaba investigaciones científicas, recibía visitas de amigos y realizaba tertulias con otros intelectuales y poetas. En ese claustro hasta armó una importante biblioteca que contaba con más de cuatro mil ejemplares.

Los últimos años de vida de Sor Juana Inés de la Cruz transcurrieron bajo la sombra del fallecimiento de varias de sus amistades, las revueltas sociales de Nueva España y la llegada de epidemias que acabaron con la vida de muchas personas.
Sor Juana abandona la escritura y se dedica pura y exclusivamente a la vida religiosa. Humana y piadosa, ayuda a los enfermos de cólera dentro del convento.
Sor Juana: una de las primeras feministas
Finalmente, a causa de la mencionada epidemia, sor Juana fallece el 17 de abril de 1695, en horas de la madrugada, a los 43 años de edad.
Sus obras se caracterizan por la diversidad de tipos textuales, la elocuencia en sus textos, el uso casi perfecto de recursos literarios, los planteos filosóficos de elevada profundidad, la visibilización de los distintos tipos de amor, la defensa de la figura femenina y el trato de los hombres para con las mujeres.

Presentamos este soneto barroco donde se habla acerca de un amante al que, a pesar de desearlo, también se lo ironiza por su desdén.
Detente, sombra de mi bien esquivo
imagen del hechizo que más quiero,
bella ilusión por quien alegre muero,
dulce ficción por quien penosa vivo.
Si al imán de tus gracias atractivo
sirve mi pecho de obediente acero,
¿para qué me enamoras lisonjero,
si has de burlarme luego fugitivo?
Mas blasonar no puedes satisfecho
de que triunfa de mí tu tiranía;
que aunque dejas burlado el lazo estrecho
que tu forma fantástica ceñía,
poco importa burlar brazos y pecho
si te labra prisión mi fantasía.
Sor Juana Inés de la Cruz