
José Saramago: un nobel con todas las letras
José de Sousa Saramago nació un 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga. El poeta, ensayista, novelista y periodista portugués fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1998.
Su familia -compuesta por campesinos sin tierra- estaba formada por sus padres, José de Sousa y Maria da Piedade, y un hermano, Francisco, que falleció con tan sólo 4 años y era dos años mayor que José. Esta muerte llevó a Saramago a investigarla profundamente mientras construía su autobiografía ya que no se tenían registros de la misma. Finalmente, halla el certificado de defunción que la comprueba y esto da origen a su novela «Todos los nombres» donde el protagonista se mueve por amor en busca de una mujer fallecida y cuya identidad se desconoce.
Cerrajero por necesidad, escritor por herencia
El arte de la escritura se lo debe a su madre, analfabeta, quien le regaló su primer libro. A partir de ese momento, José sabe que -a pesar de tener que trabajar para sostener la economía familiar- su destino es la literatura.
A los doce años ingresó a la escuela industrial donde accedió a los escritores clásicos pero a los quince debió abandonar los estudios por falta de recursos y tuvo que ponerse a trabajar de cerrajero.
Un tiempo después se desempeñó en una caja de pensiones y más tarde se dedicó a lo que serían los primeros pasos en su carrera como escritor: el periodismo, la editorial y la traducción.

Tras su primera novela llegó el silencio
Su primera novela, «Tierra de pecado«, fue publicada en 1947. A pesar de que con esta obra recibió muy buenas críticas Saramago decidió permanecer sin publicar más de veinte años. Al ser miembro del Partido Comunista Portugués sufrió censura y persecución durante los años de la dictadura de Salazar. Se sumó a la llamada Revolución de los Claveles que llevó la democracia a Portugal, en 1974. Respecto a esos años de silencio, dijo en una entrevista:
«A veces me dicen: <<Usted se quedó veinte años preparándose para después empezar a escribir>>. No, no es cierto. Nadie está callado veinte años para prepararse o ganar experiencia o conocimientos para escribir más tarde, porque eso supondría que uno tiene la seguridad de que veinte años después todavía estará vivo para escribir. Lo que pasa es que sentía no tener nada que decir y por lo tanto no merecía la pena escribir.»

Su gran obra
«Yo no escribo por amor, sino por desasosiego; escribo porque no me gusta el mundo donde estoy viviendo.»
José Saramago
De actitud humanista, la obra de José Saramago se caracterizó por ahondar en la historia de esa Portugal que -a pesar de ser rica por donde se la mire- quedó relegada respecto al resto de los países europeos. Por otro lado, sus textos se encuentran plagados de aquel accionar humano que, frente a ciertos valores morales, se ve condicionado y lo lleva a definir una postura clave para tomar conciencia de sus actos y cómo se construye una identidad colectiva. Todo esto, en muchos casos, con un toque de ironía y escepticismo. Asimismo, la denuncia es el tema que eleva la voz en sus producciones.

A pesar de que el fuerte de su obra es la novela, este blog rinde homenaje al escritor a través de una poesía que pareciera, al tiempo que se lee, una pintura; algo así como un poema pictórico.
Esa línea que nace de tus hombros,
Que se prolonga en brazos, después mano,
Esos círculos tangentes, geminados,
Cuyo centro en cono se resuelve,
Agudamente erguidos hacia los labios
Que ansiosos de los tuyos se desprenden.
Esas dos parábolas que te encierran
En el quebrar ondulado de cintura,
Las calipigias cicloides superpuestas
Al trazo de las columnas invertidas:
Tibios muslos de líneas envolventes,
Torneada espiral que no se extingue.
Esa curva tan suave que dibuja
Sobre tu vientre un arco reposado,
Ese triángulo oscuro que fulgura,
Camino y sello de la puerta de tu cuerpo,
Donde el estudio que de desnudo hago
Se transforma en cuadro terminado.
José Saramago
(Estudio de desnudo)