
Jorge, el Guillén que no fue Nicolás
El poeta y crítico literario español Jorge Guillén, que nada tuvo que ver con Nicolás -más que por su apellido y por la poesía-, fue uno de los miembros encumbrados de la generación del 27 (grupo de autores y escritores que se dieron a conocer con motivo del homenaje organizado a Luis Góngora) y referente de las letras españolas. Jorge Guillén, no Nicolás, fue conocido como el maestro del verso libre y representante de la poesía pura.
Guillén nació un 18 de enero de 1893, en la ciudad de Valladolid, en el seno de una familia -que como él afirmaba- tenía carta de hidalguía. Su infancia transcurrió en su terruño natal y gran parte de ella está -de alguna manera- reflejada en su producción artística. El propio autor lo decía:
«De mi infancia tengo muy buenos recuerdos. Los ecos de mi vida en Valladolid están en mi poesía»
Jorge Guillén
Él llevó su ciudad en sus letras, a pesar de haber vivido mucho tiempo y de haber muerto en Málaga. Cuando le preguntaban por su relación con su terruño, él decía de manera anodina, pero muy certera:
«Yo soy de Valladolid y estoy en Málaga».
Jorge Guillé
Para muchos críticos y ensayistas literarios de su obra, él es Valladolid y sus letras el -mejor y más logrado- reflejo de esa porción de España. Para Antonio Piedra (escritor y ensayista), su ciudad natal está en su manera de usar el lenguaje y en su filosofía de vida. Por otra parte, la respuesta de Guillén -sobre su vínculo con su ciudad natal- define, en gran parte, su forma de trabajar literariamente. Desde sus primeros versos siempre tuvo una visión aguada y un delicado y sutil juego de y con las palabras.
París, lo gestó como poeta
En 1913, Guillén se marchó a Alemania en busca de la cultura. Por esos años aquel país se mostraba como el apogeo de aquellos que buscan codearse con el saber. Cuatro años más tarde obtuvo un puesto en la Sorbona como lector español. Allí se relacionó y aprendió de grandes autores – como Supervielle y Paul Valery, entre otros- que fueron dando forma a ese poeta que en él estaba pronto a nacer.
Su paso por Francia duró seis años y sirvió para marcar casi el destino de su vida. Allí contrajo nupcias con Germaine Cahen, fue padre, se convirtió en profesor e inició su camino de poeta, ya que bosquejó -en ese tiempo- la primera versión de Cántico -el primero de sus libros-. Como él decía, de la tierra gala se fue con el trayecto del destino definido.
En París, lugar del que se sentía propio, -de alguna manera- cumplió también un rol periodístico. Durante seis años -todas las semanas- mandó una crónica de la vida cotidiana y cultural parisina al «Norte de Castilla», un periódico de Valladolid, de una acotada tirada. Allí Guillén contaba el mundo que veía con ojos curiosos y de niño-grande. Ese empleo -según algunos amigos- le sirvió no sólo para seguir «despuntado el vicio» de la escritura sino también para abrazar algo de dinero.

El libro más deseado
Cántico es un libro que, según Claudio Esteban (ex Hispanista de la Universidad de París), tuvo una gestación de más de un cuarto de siglo. Y eso se pone de manifiesto en la cohesión conceptual y literaria que éste tiene, en su nitidez poética, en el uso cuidado de la palabra y en la perfección verbal (propia de los gongoristas, de los que él formaba parte). Para muchos, Cántico lleva consigo la palabra desnuda, la «poética del silencio»
Jorge Guillén y su larga gestación poética
Según José María Pozuelo Yvancos -en su trabajo titulado «La poética y la crítica de Jorge Guillén» (que se puede consultar en la Biblioteca virtual Cervantes haciendo clic aquí)-, llamó la atención el hecho de que Guillén publicara en la primera mitad de los años veinte mucha más crítica literaria que poesía. También sostiene Pozuelo Yvancos que en sus colaboraciones periodísticas, recogidas en Hacia «Cántico», revelan ya al poeta «que va moldeando su propio lugar en la literatura moderna».
La coherencia en Guillén -Jorge, que no es Nicolás- es doble: la que se da entre la poesía y la crítica del gran poeta, pero también la que se da entre el crítico joven y el poeta posterior. En él coherencia y continuidad conviven a lo largo de toda su activa vida literaria. Y se ponen de manifiesto en su sistema estético conseguido -fundamentalmente- en la estancia parisina durante los años veinte, lugar donde fraguó su primer Cántico (1928). Para conseguir esa madura coherencia, Guillén espera a publicar. Y es tan consciente de ello que en 1921 hace una reseña de los primeros versos de Valéry. Titula la reseña «Una jugada emocionante» y la finaliza así:
«Firme, seguro, sosegado, ha sabido esperar la hora de la poesía sin juventud. Espera muy difícil. Multitud de riesgos la erizan. Sumo riesgo: carecer de obra. ¿No es casi milagroso salvar tantos peligros? Paul Valéry se ha jugado la juventud a ese «casi» y ha ganado. Jugada emocionante».
Revela -en una de sus críticas literarias- Guillén sobre Paul Valéry
Los temas que atravesaron su obra
Según algunos críticos, desde el comienzo de sus trabajos, la poesía de Jorge Guillén siempre se vio exenta de la ornamentación agobiante del Modernismo para de esta manera poder centrarse únicamente en la palabra de depuración y estar ceñida al contenido con la máxima precisión.
Guillén fue un poeta al que lo convocaron temas que filosóficos que de diferente manera los fue llevando a sus letras. Uno de ellos fue la búsqueda del hombre por su propia identidad: su esencia. Su planteo filosófico/poético lo llevó adelante de manera simple. No utilizó para ello grandes artilugios ni palabras complicadas. Una muestra de ello se hace patente en un poema de Homenaje, titulado «Lo personal»:
¿Siempre biografía? Inventando me hundo, me hundo en un profundo pozo dentro de mí. La sangre carmesí me impulsa, me ilumina. El pozo es una mina de carne soterraña que late como entraña. Es la entraña del mundo, desde ella lo refundo. ¿Autobiografía? Del hombre, ya no mía. |
La poesía pura
La obra de Guillén merece realmente el nombre de poesía pura, desnuda, esencial: el poeta hace abstracción de todo lo anecdótico para llegar a la esencia, y para conseguirlo tiende a eliminar los verbos y a escribir los nombres sin artículo.

Guillén y su gran arrepentimiento
La Guerra civil española (1936-1939) lo sorprende en Valladolid y es brevemente encarcelado en Pamplona. Al tiempo, regresa a las aulas como profesor y retoma su actividad en su Cátedra de Sevilla. En esta época Guillén no sólo se acerca brevemente a Falange Española sino que, además, traduce el Canto a los mártires de España de Paul Claudel, que se publicó con el yugo y la flechas en la portada. Con el tiempo, Guillén declararía que ese sería uno de sus mayores arrepentimientos. En julio de 1938 llegaría el tiempo del exilio, en los Estados Unidos -y de la autocrítica-. La vida lo lleva a trabajar como docente en las aulas de las Universidades de Middlebury, McGill (Montreal) y en el Wellesley College. Once años más tarde, en 1947, muere Germaine (su mujer y la madre de sus hijos). A pesar de jubilarse en el Wellesley College en 1957, continúa dictando clases hasta 1970, año el que un accidente le ocasiona una rotura de cadera que lo apartará de la docencia.

Su obra poética y los reconocimientos de Guillén
La prolífica obra poética de Jorge Guillén que -sin dudas- ha dejado huellas en la literatura del Viejo Continente se puede encontrar en nueve libros:
- «Cántico» (1950)
- «Clamor» : libro de poesía dividido en:
«Maremágnun» (1957)
«Que van a dar al mar» (1960)
y «A la altura de las circunstancias» (1963) - «Homenaje» (1967)
- «Aire nuestro» (1978)
- «Historia muy natural» (1980)
- «Final» (1982)
En enero de 1982 vio la luz su libro «Final«, última producción de Guillén. Con él se completaba la pentalogía titulada «Aire nuestro», una de las obras fundamentales del siglo XX de la literatura no sólo española sino también europea.
Dicen que los premios, los homenajes y los reconocimientos hay que recibirlos en vida. Y Guillén, aunque tarde, pudo disfrutar de ellos. En 1976 recibe el primer Premio Cervantes y, un año más tarde, el Premio Internacional Alfonso Reyes. En 1983, un año antes de su muerte es nombrado Hijo Predilecto de Andalucía.
El 6 de febrero 1984, fallecía -en su casa de Málaga- Jorge Guillén.

Dormías, los brazos me tendiste y por sorpresa
rodeaste mi insomnio. ¿Apartabas así
la noche desvelada, bajo la luna presa?
tu soñar me envolvía, soñado me sentí.
Jorge Guillén
(Amor dormido)
Llegamos al final,
a la etapa final de una existencia.
¿Habrá un fin a mi amor, a mis afectos?
Sólo concluirán
bajo el tajante golpe decisivo.
¿Habrá un fin al saber?
Nunca, nunca. Se está siempre al principio
de una curiosidad inextinguible
frente a infinita vida.
¿Habrá un fin a la obra?
Por supuesto.
Y si aspira a unidad,
por la propia exigencia del conjunto.
¿Destino?
No, mejor: la vocación
más íntima.
Jorge Guillén
(Hacia el final)