
Lewis Carroll y Alicia a través del espejo
Alicia tiene espejos
donde perderse y reflejarse:
dos universos, uno a cada lado,
y una verdad que nunca vio.
Seguramente es cierto eso de que el espejo son los otros.
Por eso, que cada quien se ponga el traje del mejor Sartre.
Leandro Murciego
(Entre dos mundos)

Charles Lutwidge Dogson nació un 27 de enero de 1832 y falleció un 14 del mismo mes pero en 1898. Lógico, matemático, fotógrafo y novelista británico, adopta el seudónimo de Lewis Carroll en 1854 a partir de su participación en revistas cómicas y literarias.
Proveniente de una familia de conservadores y miembros de la High Church anglicana, el joven Charles inició su educación en su propia casa. Fue un niño precoz, ya que a los siete años ya sabía leer. Sin embargo, no todo en su infancia fue formidable; por el contrario, sus biógrafos atestiguan que sufrió ciertos -para la época- traumas físicos: era zurdo y fue obligado a corregirlo; su tartamudeo le impedía desenvolverse socialmente y era sordo del oído derecho.
Afortunadamente, nada de esto le impidió continuar con sus estudios y en 1851 ingresa a la Universidad de Oxford. En 1857 obtuvo un puesto como profesor de matemáticas, y cuatro años después fue ordenado diácono.

La historia de Alicia
En 1855 Lewis Carroll conoce a las hermanas Lidell a quienes se ofrece fotografiar. Pionero en este arte, ve en ellas personas carismáticas y fotogénicas. Hijas del decano de Christ Church, tenían buena relación con el escritor y, en uno de sus paseos por el Támesis, las hermanas le piden que les cuente una historia. Allí nace el bosquejo de lo que sería «Alicia en el país de las maravillas», inspirada en la menor de ellas: Alice Pleasance Liddell quien, en ese entonces, contaba con cuatro años.
A partir de ese momento, el autor comenzó un texto manuscrito cuya redacción le demandó casi un año.
Finalmente le dio a Alice el libro manuscrito con sus propios dibujos en noviembre de 1864 bajo el nombre Alice’s Adventures under Ground («Las aventuras subterráneas de Alicia»).
Tres años más tarde, Dodgson, movido por el gran interés que el manuscrito había despertado entre todos sus lectores, llevó el libro a una editorial y, tras barajar los títulos de Alicia entre las hadas y La hora dorada de Alicia, la obra se publicó finalmente en 1865 como «Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas» (Alice’s Adventures in Wonderland), y firmada por Lewis Carroll.
En esta obra se percibe una perfecta combinación entre el mundo de lo fantástico, lo maravilloso, lo absurdo y paradojas lógicas y matemáticas. A pesar de ser un texto perteneciente a la literatura infantil y juvenil, trae consigo sátiras morales, llenas de apuntes filosóficos y lógicos, inherentes a un público adulto y atento.
Luego, en 1871, y a partir del rotundo éxito de Alicia en el país de las maravillas, Carroll le da continuidad a esta novela publicando A través del espejo y lo que Alicia encontró allí.
“’Ay, qué divertido cuando me vean aquí al otro lado del espejo y no puedan cogerme.´
Fragmento de «A través del espejo y lo que Alicia encontró allí» de Lewis Carroll
Luego empezó a mirar a su alrededor y advirtió que lo que podría verse desde la vieja habitación era bastante corriente y poco interesante, pero que todo lo demás era distinto a más no poder. Por ejemplo, los cuadros de la pared contigua a la chimenea parecía estar vivos, y hasta el reloj de la repisa –como sabéis, en el Espejo sólo se ve la parte de atrás- tendría la cara de un viejecito que miraba a Alicia con una sonrisa.”
