Hace unos días se realizó la primera propuesta literaria de 2021 para todas y todos los lectores de PAMA (Poesía a Mano Alzada). En esa oportunidad, vía mail, se invitó a los suscriptores a sumarse a un simple juego literario a partir de esta foto:

La escritura, al igual que otras artes, no es cuestión de dones ni de virtudes heredadas. El arte nada tiene que ver con inesperadas revelaciones. Sólo es cuestión de trabajo, esfuerzo y dedicación. Para hacer un buen texto se requieren horas, días, semanas, meses y hasta años de desarrollo.
Dicho así quizás asuste; pero ésta es una buena noticia dado que el escribir es una técnica que va mejorando con el tiempo y la experiencia. Es por ello que desde PAMA los instamos a soltar la mano, a calentar los motores, ensayar textos y compartirlos. A modo de ejemplo compartimos este poema de Leandro Murciego titulado «Zonda».
«Vengo con esta voz dando gritos,
escucho el canto de las arenas del desierto,
veo el árbol que no da sombra, pero que es bandera;
siento el río seco y el cauce donde otro ve camino».
Leandro Murciego
(Zonda).
Ejercicio literario I
Entre todo el material recibido elegimos estos textos (de Lucía Imperatore, Mabel Grigera, Cristina Massimino, Germán Caces y Ana Ulehla) para compartirlos con ustedes.
Bajo el sol de Toscana,
en un día de otoño,
el cuerpo del abuelo
dejó un banco vacío.
Mirando al horizonte
sólo quedó el alma.
Lucía Imperatore
Fui el árbol que se mecía con el viento.
Los huracanes no debilitaron mis cimientos.
En otoñales días mis hojas se marchitaban
mas en primavera verdes retoñaban.
Mis raíces se amalgamaron con esta tierra
que de niño me cautivó con su hermosura.
Ya añoso mi sacudido tronco siguió erguido
aunque algunas débiles ramas haya perdido.
Fui reposo y abrigo de un ave.
Mis ramas fueron albergue para su cría.
A sus pichones di cobijo en amoroso abrazo
y hoy gozo de sus gorriones en mi ocaso.
Mabel Grigera
(Árbol)
Me voy y el árbol sigue ahí,
quieto y mirándome.
Su sombra agazapada
espera la aurora
o el silencio de la siesta.
Cristina Massimino
En la soledad de la tarde
el árbol se ve abrigado,
por luces de bellos haces.
Allí vivirá iluminado.
Hay un árbol en el escenario
con cabellera profunda.
Por sus años es árbol sabio
acariciado por la luna.
Un asiento vive triste
porque nadie le conversa,
ni siquiera quien lo mire
en su paciente espera.
La espera no tiene frutos
un velo negro la alimenta.
Son los haces claroscuros
que dan vida a una silueta.
En singular panorama
vive un espectro de luz,
en las hojas y en las ramas
se ve la clara quietud.
Germán Caces
(Haces de luz)
Alto,
anciano pero erguido,
con su generosa cabellera desplegada,
emitiendo su luz hacia la tierra.
Ana Ulehla