El 2 de junio de 2017, en el Centro Cultural Conti, se realizó un homenaje al militante y poeta Roberto Santoro (detenido 1° de junio de 1977 por un grupo de tareas de la dictadura -aún hoy continúa desaparecido). En ese encuentro el relator de fútbol Walter Saavedra hizo al micrófono su relato «La Palabra vs La Censura«: un hermoso y emotivo texto que nos invita a soñar con la epopeya de los amantes de la utopía, ésos que con menos jugadores, y abrazados a un ideal, fueron adelante en busca de una victoria tan deseada como prohibida.
Quién fue Santoro
Roberto Jorge Santoro nació un 17 de abril de 1939 en Buenos Aires, Argentina. Se crió en el seno de una familia obrera.
A lo largo de su vida, que no fue extensa, tuvo varios oficios para poder subsistir: pintor, vendedor ambulante, puestero en un mercado, tipógrafo y preceptor en una escuela industrial; sin embargo, su contribución radica en la poesía.
Su voz poética, por momentos triste y rebelde y en ocasiones romántica y esperanzadora, se enarboló como una molesta voz de denuncia. Su poesía jamás podrá ser señalada como ingenua. Para muchos, Santoro representa al poeta militante. Al que levanta la palabra para usarla de bastión.
Fundó y dirigió El Barrilete, revista literaria donde por primera vez se dio lugar a los poetas del tango: Carlos de la Púa, Celedonio Flores, Homero Manzi. En sus páginas escribieron Martín Campos, Carlos Patiño, Alberto Costa y Rafael Vásquez, entre otros. La filosofía de los que integraban el proyecto era: «sacar la poesía a la calle. Poner la poesía en la vereda, en el bolsillo del trabajador». Una propuesta revolucionaria, en sí misma, si se tiene en cuenta el lugar íntimo y solitario que se le suele dar a este género en particular y a la literatura en general.
Santoro era de la idea de compartirlo todo y había encontrado en El Barrilete una gran oportunidad para hacerlo desde las letras. Él renegó siempre de la imagen del poeta encerrado en su torre de marfil, ubicándose como un trabajador de la cultura, «un obrero de la palabra», según el verso de Blas de Otero.
Fragmento de «El preceptor», texto de Roxana López Rodríguez que integra la «Obra poética completa 1959-1977. Roberto Jorge Santoro»
En su recorrido literario, entre 1959 y 1977, le dio vida a cerca de dos decenas de libros en los que compuso una voz poética profunda y llena de luminosos matices. Sus textos, de gran calidad literaria, sirven -de algún modo- como una crónica literaria de la época, que -por múltiples razones- estamos llamados a recordar.
La desaparición de Santoro
Roberto Jorge Santoro fue secuestrado por elementos del terrorismo de Estado el 1 de junio de 1977. Las fuerzas se lo llevaron ilegalmentede su lugar de trabajo: la Escuela Nacional de Educación Técnica No. 25 «Teniente Primero de Artillería Fray Luis Beltrán», en la calle Saavedra del barrio de Once, donde el poeta prestaba servicio de preceptor con el cargo de subjefe.
En un nuevo aniversario del Golpe de Estado de 1976 sumamos un posteo que sigue nutriendo el especial Memoria, Verdad y Justicia.
La Palabra vs La Censura
Por Walter Saavedra*
«Qué barbaridad, señoras y señores, estimados oyentes… La Palabra es un equipo diezmado que sostiene como puede el 0 a 0», escribe el periodista deportivo en este relato futbolero, que es un homenaje a Roberto Santoro, poeta desaparecido el 1 de junio de 1977, pero también a todos aquellos que iluminan con sus textos y sus ideas a una hinchada agradecida.
Atención, amigos oyentes… Comienza el superclásico entre La Palabra y La Censura.
Movió La Palabra. Pelota para Miguel Angel Bustos. Juega para Roberto Santoro, bailarín, con un pie mareador, silbador, quien lo ve toca de a poco en caricia, le pone al cuerpo ballet. Santoro devuelve para Bustos, pero a Bustos lo vienen a buscar y se lo llevan por averiguación de antecedentes. Y el reglamento de la Junta Militar no permite cambios.
La Palabra se queda con diez.
Pelota a la deriva. Recupera Dardo Dorronzoro, el veterano poeta y herrero de Luján. Se junta con Raymundo Gleyzer que arma una jugada de película. Toca éste para Rodolfo Walsh. ¡Foul!
Durísima patada sobre la tibia y el peroné. Operación masacre contra Rodolfo Walsh que deja la cancha.
La Palabra se queda con nueve.
Se hace el tiro libre. Empatan 0 a 0. Toma carrera Osvaldo Bayer. Vuela la pelota sobre La Patagonia rebelde, cabecea El Eternauta Oesterheld, recibe Juan Carlos Higa que cambia inmediatamente para Tilo Wenner, pero le quitan el balón. Ataca el equipo uniformado de verde oliva, pero rechaza bien ubicado, como siempre, Haroldo Conti, que emprende veloz carrera por la punta zurda. Está más solo que El Boga, aquél personaje de Sudeste. Y le cobran off side. Protesta enérgicamente Haroldo Conti y le sacan la roja.
La Palabra se queda con ocho.
Qué barbaridad, señoras y señores, estimados oyentes… La Palabra es un equipo diezmado que sostiene como puede el 0 a 0. Tiene el control de la situación La Censura. Cuánto tiempo más podrá resistir el heroico equipo del pueblo. Pelota dividida.
Aparece Paco Urondo, lo persiguen hasta el suburbio de la cancha, ¡foul! Un golpe criminal, otra violación a los Derechos Humanos… Pero si estamos asistiendo a La patria fusilada. Rezonga Paco Urondo, reclama la infracción y el referí lo expulsa.
La Palabra se queda con siete.
No hay justicia en este partido. El juez cobra todo para La Censura. El juez no tiene vergüenza. Pero aún así, a pesar de la adversidad, se anima a cantar el pueblo desde las tribunas. Escuchen …
«Se va a acabar, se va a acabar, la dictadura militar… Se va a acabar, se va a acabar… «
Ataca furiosamente La Censura. Centro cerrado que cae sobre el área. Vuela espectacularmente Claudio Ferraris y en sus manos de poeta se queda uno de los ultimos intentos del equipo de facto.
Se juega el minuto final. Están 0 a 0. Con siete jugadores, La Palabra intenta recuperar el esférico.
Aparece de su exilio Juan Gelman, el talentoso delantero de Villa Crespo, la camiseta afuera del pantalón y un agujero en la media, como inspirado en su viejo compinche Raúl González Tuñón, el poeta que murió al amanecer.
Aguanta Gelman que encara con valiente decisión en abierta oscuridad, Gelman juega en dirección de Roberto Santoro que levanta vuelo como un Barrilete, Santoro para Pedro Gaeta, dibuje, maestro, dibuje, gran pase de Gaeta para Rafael Vásquez, corre con La verdad al viento, centro de Vásquez para Santoro, enfrentó al arquero, le amagó, lo dejó despatarrado, sembrado, humillado, peligro de gol, Muñoz, peligro de gol, el arco desnudo y abierto como las piernas de una mujer que invitan al pecado, es un golazo…
¡ Gol, gol, gooooollllll…! ¡ Gol de La Palabra…!
Extraordinaria jugada colectiva y una enorme definición de Roberto Santoro, pura Literatura de la pelota. Que me lo envuelvan para regalo. Tan disminuída, degradada, mutilada, depreciada, ultrajada, La Palabra acaba de lograr una victoria tan napoleónica como pírrica. Terminó el partido. La Palabra 1, La Censura 0. Y canta la monada en las tribunas, asombrada, emocionada, agradecida…
Oíd el ruido de rotas cadenas…
Hijos nuestros, hijos nuestros, hijos nuestros …
Walter Saavedra*
(«La Palabra vs La Censura» )
*El autor es relator de fútbol. Publicó junto al periodista Claudio Cherep el libro de cuentos Hambre de gol.