
Especial Memoria, Verdad y Justicia. «La mujer que murió dos veces»
Hay historias que están vinculadas con los» años de plomo» que vivió la República Argentina y que no dejan de estremecer. Una de ellas es la de
Norma Arrostito (Gaby), fundadora de Montoneros, que estuvo secuestrada durante dos años en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA). Sus compañeros de cautiverio señalan que los militares, incluyendo al vicealmirante Rubén Jacinto Chamorro, la mostraban como un trofeo de guerra tanto a los militares que visitaban el Centro de detención clandestino como a los detenidos recién ingresados.
Cada vez que los represores de turno la exhibían ella decía, con lo que le quedaba de sus fuerzas:
«Yo no me rindo. Yo no colaboro. Mi nombre es Norma Esther Arrostito. Mi nombre de guerra es Gaby. Mi grado es Capitán del Ejército Montonero. Ésta es la única información que les pienso brindar.’’
Norma Arrositito (según testimonios de detenidos políticos que la vieron al ingresar en la ESMA)

La detención de Arrostito
El 2 de diciembre de ese mismo año es secuestrada por un “grupo de tareas” del Centro clandestino de detención de la ESMA cuando se dirigía a una cita por la mañana. Arrostito vivía en el barrio porteño de Barracas con su pareja, el médico Alberto Vulcano. El Comando del Ejército fragua su muerte con una escena de enfrentamiento en Lomas de Zamora, Provincia de Buenos Aires. Varias horas después de su real captura, difunden el hecho como un gran logro de la Dictadura en su “lucha contra la subversión”.
A partir de ese momento Arrostito comenzó su calvario, ése que la convirtió en un emblema de ambos lados de la línea. Para unos era un símbolo de resistencia mientras que para otros ella se trataba de su principal motín de guerra.
La fiscal Mercedes Soiza Reilly narró parte de su final en el juicio a la Junta Militar, realizado durante el gobierno de Raúl Alfonsín:
“Norma estuvo cautiva en la ESMA durante casi dos años, fue torturada, aislada del resto del grupo, pero exhibida a los cautivos recién llegados con el propósito de quebrar su voluntad y como forma de atormentarlos”, dijo la fiscal en su alegato y agregó que también “la exhibieron como ‘trofeo de guerra’ ante altas autoridades de la Armada, al igual que de otras fuerzas…»
“En el sector denominado ‘Capucha’, en un ‘camarote’ (celda de aislamiento improvisada con madera), Arrostito tenía las piernas hinchadas. Sus problemas de circulación se habían acrecentado por los grilletes y la inmovilidad del cautiverio. Por eso era ‘habitual’ que un enfermero de la Marina le inyectara medicamentos».
Mercedes Soiza Rei, fiscal, durante el juicio a la Junta Militar
Norma Arrostito -Militante Peronista y Montonera- permanece cautiva en la ESMA hasta ser asesinada el 15 de enero de 1978 con una inyección de pentotal dada presuntamente por orden del capitán de corbeta Jorge “Tigre” Acosta.
Ese domingo, según relataron algunos los sobrevivientes, el enfermero llegó acompañado por el médico Alberto “Tomy” Arias Duval y, después de inyectarla, se quedaron esperando cerca de la celda. Enseguida se escuchó gritar a Arrostito. Los marinos se la llevaron al Hospital Naval. Susana Jorgelina Ramus fue la testigo que presenció los últimos momentos de vida de la dirigente de Montoneros y su testimonio fue clave para reconstruir ese momento. El cuerpo de Arrostito continúa desaparecido.
“Cuando entré a la camioneta, ella ya estaba agonizando. Me pidió que le tomara la mano. Fue terrible”, dice, en el libro de O´Donnell.

No les pienso dar más información que este poema.
De mí no saldrán ni santos ni señas.
He sembrado de olvidos mi memoria;
solo me quedan unas voces compañeras,
el eco de algunas risas
y la amarga tibieza del último mate entre amigos.
Los nombres que supe he aprendido a olvidarlos.
Sostendré el silencio hasta la última palabra.
Tengo la convicción de que de este lado nos abriga la utopía.
Mañana quizá sea otro día
-o el mismo- con algún recuerdo menos.
Leandro Murciego
(Ni perdón ni olvido)