A la memoria de Alberto «Tito» Lamotta por militar las causas justas.
Quisiera que me recuerden
sin llorar ni lamentarse,
quisiera que me recuerden por haber hecho caminos,
por haber marcado un rumbo,
porque emocioné su alma,
porque se sintieron queridos,
protegidos y ayudados,
porque nunca los dejé solos,
porque interpreté sus ansias,
porque canalicé su amor.
Quisiera que me recuerden
junto a la risa de los felices,
la seguridad de los justos,
el sufrimiento de los humildes.
Quisiera que me recuerden
con piedad por mis errores,
con comprensión por mis debilidades
con cariño por mis virtudes.
Si no es así, prefiero el olvido,
que será el más duro castigo,
por no cumplir mi deber de hombre.
Éste es el poema «Quisiera que me recuerden» que leyó en su discurso el fallecido Presidente de Argentina Néstor Kirchner en la Feria del Libro 2005. El texto pertenece a Joaquín Areta, un militante de la UES (Unión de Estudiantes Secundarios) desaparecido a los 23 años en La Plata, el 29 de junio de 1978.
Un militante de la vida
Joaquín Enrique Areta nació el 15 de agosto de 1955 en Monte Caseros, Corrientes. Fue el cuarto varón de seis hermanos: Jorge Ignacio (Iñaki), Juan Francisco (Tico), Javier, José María (Pato) y Sara Elisa del Rosario (Rosarito).

Joaquín se traslada a La Plata con parte de su familia en 1968. Allí comienza sus estudios secundarios en el Colegio Nacional. A los 16 años inicia su militancia en el MAS (Movimiento de Acción Secundaria), una agrupación de base de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Luego de la fusión de FAR y Montoneros, Joaquín comienza a integrar la conducción de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES).
En 1973 empieza a estudiar Medicina. Junto con su hermano «Iñaki» -que estaba cursando Sociología- abandonan sus carreras universitarias para trabajar y proletarizarse, convencidos de realizar sus militancias desde allí. Iñaki fue preso político en Devoto.
En 1974 Joaquín conoce a Adela Segarra con quien pasa a la clandestinidad en 1976 sin dejar de militar en Montoneros. El 22 de diciembre de 197 Iñaki es asesinado en Morón por fuerzas represivas.
En 1977 nace el fruto del amor entre Joaquín y Adela: Jorge Ignacio quien hoy tiene un hijo a quien llamó «Iñaki» en honor a su tío asesinado.
El 29 de junio de 1978 Joaquín Areta es detenido en una «cita». Aunque no existen testimonios acerca de su lugar de secuestro. Sin embargo, un provinciano con el apodo «Néstor» de apellido Areta fue visto en la ESMA en junio de 1978.

Un militante de la palabra
La poesía de Joaquín Areta fue escrita con urgencia en una libreta roja Apuntes- Norte nº 402.40 hojas Ind. Argentina, entre 1977 y 1978. Adela Segarra logró recuperarla y la guardó secreta y celosamente muchos años.
En su exilio, la compañera de Areta mantenía la memoria de su pareja leyendo los poemas en voz alta a todos aquellos que la conocían. Las poesías de la libreta daban cuenta de su militancia, del paso del tiempo, de su hijo, del amor, de la poesía misma.

El libro «Siempre tu palabra cerca«, editado por la Secretaría de Comunicación Pública en 2011, propone «Memoria en Movimiento«, un proyecto que incluye una colección de voces, imágenes y testimonios de algunas víctimas que le hicieron frente a la dictadura cívico-militar de 1976.
«No sé mucho de mi padre pero sé algunas pocas cosas fundamentales. Sé que tenía 22 años cuando lo secuestraron, sé que creía profundamente en su militancia, sé que lo guiaba el amor y sé que me amaba. Sé también que mi deber de hijo es dejar que sus poemas sigan ese camino vital, por siempre joven, dejar que desde allí nos iluminen. Es que aunque el presente tenga por definición, o por falta de perspectiva histórica, una forma casi siempre incierta, sé que no hay futuro sin memoria y sobre todo, sé que no hay futuro sin poesía.»
Jorge Ignacio Areta, en el texto que sirve de prólogo de los poemas de Joaquín Areta
Aquí compartimos otro poema de Joaquín Areta, uno de los preferidos de su hijo Jorge:
De los colores humanos,
el más común es el gris.
En él deambulamos todos.
Grises son nuestras pasiones,
nuestros vicios, nuestras lealtades.
La lucha cotidiana es gris,
silenciosa, oculta, masiva.
Debemos moldear el gris,
nuestra misión es cristalizarlo,
enfrentar los grises a sus contradicciones,
comparar, elegir, continuar.
Lo único azul, rojo y blanco
es la imaginación. Y ella debe dirigir
a los grises.
Joaquín Areta
(El gris)