
Octavio Paz, un embajador de las letras
De Octavio Paz se dijeron las cosas más fantásticas no sólo como poeta sino también como ser humano. Él, como el océano, era grande, profundo, bello e imprescindible. Sus letras marcaron a muchos de los escritores de este continente y se convirtieron en un faro para millones de lectores que tuvieron la suerte de ser tocados por sus letras. Según Paz: «La verdadera biografía de un poeta no está en los sucesos de su vida sino en poemas«.
Octavio nació en plena Revolución mexicana, en 1914, y sus genes llevaban grabado a fuego «el cambio». Desde muy joven, poco antes de entrar a la universidad, entendió que el mundo no estaba atomizado. Comprendió que todo tenía una vinculación entre sí. Y la literatura no era la excepción. Paz entendía que ella iba de la mano de la política y que no había ni versos ni frases capaces de refugiarse en la ingenuidad. Ese descubrimiento marcaría su vida y su obra para siempre.
Su vínculo con la universidad no duró mucho y a los 23 años Paz abandonó el estudio y la casa familiar para casarse con Elena Garro. Juntos tuvieron una hija: Helena Paz Garro. El matrimonio no fue un campo florido para la pareja. Las discusiones, las peleas y los desencuentros signaron la relación. Y en algún punto, la tormenta emocional en la que se encontraba por aquel entonces Paz también azotó el vínculo con su hija.
Nombras el árbol, niña.
Y el árbol crece, lento,
alto deslumbramiento,
hasta volvernos verde la mirada.
Nombras el cielo, niña.
Y las nubes pelean con el viento
y el espacio se vuelve
un transparente campo de batalla.
Nombras el agua, niña.
Y el agua brota, no sé dónde,
brilla en las hojas, habla entre las piedras
y en húmedos vapores nos convierte.
No dices nada, niña.
Y la ola amarilla;
la marea del sol,
en su cresta nos alza,
en los cuatro horizontes nos dispersa
y nos devuelve, intactos,
en el centro del día, a ser nosotros.
(Niña)

Literatura, política y acción poética
En 1937 Paz viajó a España, que se encontraba en plena Guerra Civil, para participar del segundo Encuentro de escritores antifascistas de Valencia para la defensa de la cultura. Pero su paso por esa tierra no se limitó a su participación en el meeting, sino que recitó su poesía en la calle, dictó clases abiertas -tanto por radio como presenciales-, redactó artículos en favor de la República, y -por si fuera poco- escribió versos para terminar de sellar su compromiso político y literario. Parte de ese viaje Octavio Paz lo deja inmortalizado en el poema titulado Piedra del sol.
… nombres, sitios,
calles y calles, rostros, plazas, calles,
estaciones, un parque, cuartos solos,
manchas en la pared, alguien se peina,
alguien canta a mi lado, alguien se viste,
cuartos, lugares, calles, nombres, cuartos,
Madrid, 1937,
en la Plaza del Ángel las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes esculpidas
y el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,
tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,
los dos se desnudaron y besaron
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh ser total…
cuartos a la deriva
entre ciudades que se van a pique…
[…]
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres:
“déjame ser tu puta”, son palabras
de Eloísa, mas él cedió a las leyes,
la tomó por esposa y como premio
lo castraron después…
Fragmento de «Piedra del sol«
Este poema no sólo se convirtió en un texto fundacional para Octavio Paz, sino que, sin dudas, se estableció como una de las producciones literarias más significativas e importantes de la época. Este trabajo marcó, según los especialistas, a varias generaciones de escritores, básicamente de habla hispana.
Diplomático y poeta
Una rara característica de México es que durante muchos años designó como diplomáticos a poetas. Quizá seguían las recomendaciones del poeta argentino Leopoldo Lugones que afirmó: “cuando dos repúblicas de América no tienen nada que intercambiarse, nada que comprar, nada que vender, lo mejor que pueden hacer es enviarse mutuamente poetas”. Y fue así que el país azteca contó entre sus diplomáticos a los poetas Amado Nervo, Juan José Tablada, Rosario Castellanos, Jaime Torres Bodet y José Gorostiza, entre otros. A esta lista hay que sumar a Octavio Paz que en 1943 fue enviado como diplomático a Estados Unidos. Dos años más tarde su destino como funcionario del Ministerio Exterior de México lo llevaría a París. La ciudad de las luces lo recibió con 31 años recién cumplidos y le dio cobijo por ocho años. Fue en esos años que Paz se terminó de acercar al Surrealismo, que por su concepción filosófica lo tenía como soldado natural de sus filas. El movimiento, que buscaba transformar el mundo de la mano de la imaginación y de la fantasía, fue para Paz -a la vez- un trampolín y una casa literaria.
Los críticos literarios sostienen que su libro más cercano al Surrealismo fue «Águila o sol», un conjunto de textos poéticos en prosa que se manifestaban como revelación, rebelión y exaltación del amor.
Comienzo y recomienzo. Y no avanzo. Cuando llego a las letras fatales, la pluma retrocede: una prohibición implacable me cierra el paso.
¿Águila o sol?

Surrealismo, Buñuel y Paz
Octavio Paz, funcionario del gobierno mexicano en Francia, sigue coherente a su descubrimiento de juventud y sostiene que la cultura -como la literatura- no puede escindirse de la política. Y es así que durante una de las ediciones del festival de Cine de Cannes (1951) se convierte en el promotor del filme «Los olvidados» del director surrealista español Luis Buñuel. La película, que hablaba de la vida de la gente en las zonas marginales de la ciudad de México, no había sido bien vista por el gobierno de su país porque «habla mal de México y ofrece al mundo una cara poco feliz del país».
Octavio Paz elabora un manifiesto que -rápidamente- hace firmar por todos sus amigos artistas surrealistas. Lo imprime a modo de pasquín y se lo pone repartir -de propia mano- a la salida del cine en Cannes.
Con el tiempo el propio Buñuel afirmaría que: «de no haber sido por Octavio Paz mi carrera como director hubiese terminado antes de tiempo».
Libertad bajo palabra, el libro que no envejeció
Ya por aquel entonces el nombre de Paz se había ganado en lugar en el mundo de las letras. En 1949 había aparecido una recopilación de sus poemas en un libro que llevó el título de «Libertad bajo palabra«. Este texto se convirtió para muchos de sus colegas en una suerte de material de culto, que rápidamente comenzó a girar de mano en mano.
El libro -que reunía poemas suyos entre 1935 y 1958- tenía una particularidad no muy común para muchos autores, hasta el día de hoy: ordenaba, corregía y modificaba o rehacía los poemas ya publicados.
Once años más tarde publicó la segunda edición en la que añadió ocho libros -organizados bajo nuevos conceptos estéticos- y eliminó varios textos. Este proceso Paz lo realizaría en varias oportunidades, abonando la idea de que la poesía es un trabajo de cambio y revisión permanentes.
Pobreza, marginalidad y olvidados
Estos fueron tres puntos que ocuparon gran parte de la vida de Octavio y, como era lógico, también de su literatura. Fue así que durante su permanencia en los Estados Unidos conoce a una gran cantidad de compatriotas suyos que están trabajando allí sumidos en la pobreza y tratando de resistir -como pueden- las costumbres y la cultura mexicanas. Esa preocupación, con los años, se transformó en ocupación y se coronó en una novela titulada: «El laberinto de la soledad» que se publicó en 1950. Más tarde ese trabajo devino en un ensayo que presentó pinceladas de antropología y filosofía.
La primera edición no tuvo suerte ni de crítica ni de ventas. Debieron pasar nueve años y muchas modificaciones para que el texto se convirtiera en un éxito rotundo que alcanzó a comercializarse con cerca de un millón de ejemplares.

Destino Nobel
A Paz el destino le deparaba un futuro importante. En la década del sesenta el escritor mexicano comenzó a cosechar prestigio internacional. Empezaron a llegar los premios importantes. El primero de ellos fue el Gran Premio Internacional de Poesía.
El poeta francés Saint John Perse y el filósofo español José Gaos auguran que Paz tenía en su futuro reservado un premio Nobel de literatura. Y no se equivocaron. La distinción llegaría, treinta años más tarde, en 1990.
El poema de Paz en honor a las víctimas de Covid
El 16 de julio de 2020 uno de los poemas de Octavio Paz volvió a hacerse viral. En esta ocasión de la mano del actor José Sacristán. En esa oportunidad sus versos sirvieron de corolario de un acto realizado en España en memoria de las víctimas de Covid-19.
Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.
Octavio Paz
(Silencio)