
África nuestra. Poesía 1
La literatura debe ser una herramienta capaz de descolonizar y de reinventar la felicidad, según lo explica el filósofo alemán Anselm Jappe. Sin dudas, el primer paso para que esto suceda debe ser la visualización de los artistas que se convirtieron -de un modo u otro- en las banderas de un determinado sector social ignorado u oculto.
Cuando se habla en el mundo occidental de la literatura africana, los primeros referentes -que parecen venir a la memoria- son los escritores o historiadores europeos que se interesaron por algún motivo determinado por las letras del continente Negro. Así es que esa primera aproximación -totalmente subjetiva- llega gracias a la lente occidental -y en el mejor de los casos- bienintencionada de algunos intelectuales.
En esta serie de posteos nos proponemos traer algunas de las voces del verdadero «Viejo Continente»: África.
Para este primer «capítulo» elegimos algunos textos de los denominados artistas jóvenes. Ellos son los que en la actualidad levantan las banderas de una cultura que durante años quedó al margen de los intereses literarios occidentales.

Ama Asantewa Diaka es una autora ghanesa joven que se resiste a los títulos y los tópicos. Se rehúsa a que la llamen poeta y escritora. Prefiere presentarse como una narradora ya que el término abarca todas las formas en que se puede contar una historia. Ama, según cuenta en alguna entrevista, transformó una frustración interior en poesía escénica. «Mi escritura es un documental de mí misma y del ecosistema en el que vivo… Mi trabajo está influenciado por mis experiencias, la experiencia de los otros, mi comunidad (cerca y lejana). Utilizo mi literatura para investigar, documentar, consultar y encontrar respuestas»
El amor de mis padres es sepia
algo fermenta a partir de la lenta descomposición de un nuevo brote,
suficientemente atemperado y maduro como para acuñar un sentimiento con su nombre;
me enseñaron que descomposición no siempre es sinónimo de algo putrefacto —
solo es un punto en la curva de crecimiento.
Porque este marrón ha visto ternura y dobleces,
este marrón ha sido tonto y gratuito,
este marrón ha fingido lo suficiente para abrirse camino;
este marrón con su parte de dolor y cicatrices,
sabe como amar el lustre de un sol cualquiera.
Ama Asantewaa Diaka
(Sepia)

Es cierto que muchos de los y las poetas de África tienen como temas centrales el vínculo con sus ancestros, la vida, la transición con la muerte y la patria/nación. En este poema titulado «Safari», la autora nigeriana, Toyin Adewale Grabriel (1969), en algún punto parece coquetear -entre la ironía y la seriedad- con el tema.
Cuando leí mis poemas,
goteantes de fuego y alcantarillas,
me preguntaron: “¿No escribe usted
acerca de árboles y constelaciones?”.
Y yo dije, en esta tierra amamos con dolor
hasta las melenas parecen látigos.
No puedo fingir que la sangre en
mi boca es salsa de tomate.
Toyin Adewale Grabriel
(Safari)

El poeta ghanés Kwadwo Opoku-Agyemang vive y trabaja en Cape Coast, Ghana. Es una de las plumas jóvenes de su país y cuenta con tres poemarios publicados hasta el momento.
Puedes notar
Por la forma en que se inclina
Agotado
Las altas ambiciones
Que ha resistido
Mi vida fluye hacia el mar
Un lento sueño diurno disolviéndose
Con las irracionales calles
El encanto del dorso de la mano
Las casas lodosas y nocturnas
Sus ojos a medio cerrar
Una ciudad envejecida
Se erige sobre su único pie sano
Temblando y atestada de olvido
Lo que importa
No son solo las ruinas
Ni los años devorándose unos a otros
Sino las venas
Que aún escapan con la sangre
Kwadwo Opoku – Agyemang