
«Octubre del 55» de Estela Zanlungo
En 1955, nuestro país llevaba nueve años con Juan Domingo Perón en la presidencia. Tras un conflicto con la Iglesia Católica se generó una situación de crisis que derivó el 11 de junio de ese año durante la procesión del Corpus Christi, en una manifestación en contra del gobierno. Frente a la catedral se reunieron tanto miembros eclesiásticos como partidos opositores.
El jueves 16 de junio de 1955 el presidente Perón recibió en Casa Rosada a Carlos Benito Jáuregui, presidente de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), que le dio motivos de preocupación frente a una posible amenaza. Posteriormente, recibió al embajador de los Estados Unidos, Albert Nufer, reunión que fue interrumpida por el general Lucero, que confirmó las sospechas de Jáuregui: en el desfile aéreo que se iba a llevar a cabo más tarde podría ocurrir un bombardeo. Dicho evento, que tendría lugar al rato, ya contaba con espectadores en la Plaza de Mayo. Allí se lanzarían flores en señal de adhesión al presidente.
Pasado el mediodía se escucharon los primeros estruendos: la primera de las bombas impacta sobre Casa Rosada y alrededores. Una de ellas cae sobre un colectivo y produce la muerte de sus ocupantes, cuya mayoría eran niños de escuela primaria. Cayeron un total de 29 bombas sobre la Casa Rosada y otras sobre la Pirámide de Mayo.
Se confirmó que habían sido los aviones de combate Avro Lincoln y Catalinas de la escuadrilla de patrulleros Espora de la Aviación Naval, coordinados por el almirante Samuel Toranzo Calderón y comandados por el capitán de navío Enrique Noriega. Treinta aviones de Marina de Guerra y Aeronáutica con pintadas en sus colas una “V” y una cruz, que señalaban “Cristo Vence” sobrevolaron la Plaza de Mayo. Su objetivo era asesinar al presidente.
Llegadas las 4 de la tarde, los aviones descargan sus últimos proyectiles y huyen a la ciudad de Montevideo. En la Plaza de Mayo y sus alrededores quedaron los cuerpos de 355 civiles muertos, y los hospitales colapsaron por los más de 600 heridos.
Para recordar este hecho negro de la historia de la Argentina Estela Zanlungo nos comparte este poema, que forma parte de su libro «Gerli» publicado en 2021.

La primera puntada en el vestido
de novia de mamá
se hundió en la tela una tarde de junio,
mientras la fuerza aérea bombardeaba la plaza.
Las tías habían elegido una organza finísima
que formaría onditas de godette
en la pollera forrada de tafeta.
Una noche soñada de principios de octubre,
mi madre y su vestido flamearon en un vals,
cuyo estribillo preguntaba
por qué te niegas al olvido,
hasta que en un momento todos levantaron las copas
y ellos huyeron de la fiesta,
sucios de arroz
se fueron alejando de las zanjas de Gerli,
ahí van,
ahí van,
decían las vecinas
que los habían visto jugar en la vereda.
Entonces alguien gritó:
¡Viva los novios!
Y desde el fondo otro dobló la apuesta:
¡Viva Perón!
Paró la música
y se escuchó un silencio de lenguas amputadas,
justo un segundo antes
de que empezaran a volar las sillas.
Estela Zanlungo
(Octubre del 55 )