
La Vuelta de Obligado, un grito de soberanía, entre la historia y la poesía
La batalla de Vuelta de Obligado es uno de los hechos históricos vinculados con la resistencia más conmovedores y menos estudiados por los argentinos. Habrá que pensar a qué se debe que semejante gesta haya quedado siempre guardada en un rincón sombrío. Responsabilidad de esto, sin duda, es de los historiadores quienes no sólo intentaron minimizar el hecho sino también hacerlo quedar en el olvido. ¿Será por qué el pueblo fue quien tomó, en ese caso, la sartén por el mango? ¿Se tratará de evitar un empoderamiento de la ciudadanía? ¿Será, tan sólo, por un descuido educativo -de otros tiempos-? Los que saben más o estudian sobre el tema son los que podrán aportar las respuestas. Pero lo cierto es que, y a pesar de haber causado un resultado negativo para la fuerza argentina, el heroísmo y la destreza con que se defendió el territorio, esa jornada fue declarada como el Día de la Soberanía Nacional.
En el barrio dicen que es afano jugar en el equipo con «un» Messi, Maradona, San Martín, Bochini, Masilla, Alonso, Belgrano o con Dios de 9, parado en el punto del penal. Y seguramente tengan razón, pero siempre son necesarios esos que salen juntando desde el fondo, los que cortan una pelota en el medio o mandan el centro al corazón de área. Nunca se gana solo, al igual que en la Vuelta de Obligado.
En aquel combate (el 20 de noviembre de 1845, tiempos en que Juan Manuel de Rosas era gobernador de Buenos Aires y el país se dividía entre Unitarios y Federales) fue necesario de la determinación de Rosas y de Lucio N. Mansilla y de inteligencia y del apoyo de José de San Martín y de los gauchos y de gran parte de la población activa (entre 15 y 55 años).
Los actores intelectuales
Mucho se preguntó de quién fue la idea de la resistencia a la fuerza anglo-francesa y cómo y a quién se le ocurrió la estrategia de combate, insólita hasta el momento. La orden de armar la resistencia llegó por parte del Gobernador, pero Mansilla fue quien preparó el escenario y le puso su propia impronta creando un obstáculo invisible que dificultara el paso de los invasores.
La gran estrategia para con los ingleses y franceses, siempre, se basó en la resistencia. Nunca se imaginó en La Vuelta de Obligado una victoria. Fue por eso que idearon una sucesión de combates escalonados que fueran socavando no sólo su ímpetu sino también sus fuerzas.
Pero ese no era el único plan ideado. Desde el Gobierno, radicado en Buenos Aires, se especulaba con múltiples escenarios de conflictos como por ejemplo la, posible, declaración de guerra por parte de Francia y Gran Bretaña y la toma de Buenos Aires por parte de los invasores. En unas cartas posteriores al enfrentamiento de la Vuelta de Obligado San Martín deja entre ver parte del plan.
En la misiva, por ejemplo, que «El Padre de la Patria» le envió a Federico Dickson, cónsul general de la Confederación Argentina en Londres (el 28 de diciembre de 1845), no sólo muestra su apoyo al accionar de Rosas, sino que, además, bosqueja un plan ante dos posibles escenarios.
«…es menester conocer (como la experiencia lo tiene ya demostrado) que el bloqueo que se ha declarado no tiene en las nuevas repúblicas de América (sobre todo en la Argentina) la misma influencia que lo sería en Europa: él sólo afectará un corto número de propietarios, pero la masa del pueblo que no conoce las necesidades en estos países, le será bien indiferente su continuación. Si las dos potencias en cuestión quieren llevar más adelante las hostilidades, es decir, declarar la guerra; yo no dudo un momento podrán apoderarse de Buenos Aires con más o menos pérdida de hombres y gastos, pero estoy convencido de que no podrán sostenerse por mucho tiempo en posesión de ella: los ganados, primer alimento, o por mejor decir, el único del pueblo, pueden ser retirados en muy pocos días a distancias de muchas leguas; lo mismo que las caballadas y demás medios de transporte; los pozos de las estancias inutilizados, en fin, formando un verdadero desierto de 200 leguas de llanuras sin agua ni leña, imposible de atravesarse por una fuerza europea, la que correrá tantos más peligros a proporción que ésta sea más numerosa, si trata de internarse.
28 de diciembre de 1845, carta enviada por San Martín a Federico
Sostener una guerra en América con tropas europeas no sólo es muy costoso, sino más que dudoso su buen éxito tratar de hacerla con los hijos del país; mucho dificulto y aún creo imposible encuentren quien quiera enrolarse con el extranjero.
En conclusión: con 8.000 hombres de caballería, del país y 25 o 30 piezas de artillería, fuerzas que con mucha facilidad puede mantener el general Rosas, son suficientes para tener en un cerrado bloqueo terrestre á Buenos Aires, sino también impedir que un ejército europeo de 20.000 hombres salga a 30 leguas de la capital, sin exponerse á una completa ruina por falta de todo recurso; tal es mi opinión y la experiencia lo demostrará, a menos (como es de esperar) que el nuevo ministerio inglés no cambie la política seguida por el precedente.
José de San Martín
Dickson

El conflicto
Aprovechando las luchas internas Gran Bretaña y Francia intentaron establecer relaciones comerciales directas con las provincias de Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos -sin pasar por Buenos Aires ni reconocer la autoridad de Juan Manuel de Rosas-.
En marzo de 1845, cuando Justo José de Urquiza (gobernador de Entre Ríos) derrotó al oriental Fructuoso Rivera, en India Muerta, el triunfo federal parecía definitivo. En ese momento, las grandes potencias (acompañadas por artilleros argentinos opositores a Rosas) decidieron intervenir. Primero, bloquearon el puerto de Buenos Aires; luego ingresaron por el Río Paraná violando la soberanía nacional.
Gran Bretaña y Francia presionaban a Rosas para que quitara las trabas al libre comercio y levantara sus medidas aduaneras que protegían los productos nacionales. Embanderados con el lema «libre navegación de los ríos» y albergando objetivos económicos los invasores buscaban ingresar por el Paraná. Fue allí que el General Lucio Norberto Mansilla, a cargo de las tropas nacionales, se anticipó al paso de los extranjeros. En un estrecho recodo -donde el río parecía girar en la Vuelta de Obligado (a la altura de San Pedro) prepararon la resistencia.
Donde el río se agostaba (allí llega a tener 700 metros entre ambas márgenes) Mansillá ordenó tender bajo el agua tres gruesas cadenas, de costa a costa, sostenidas sobre 24 barcazas. Las embarcaciones alineadas -y sin hombre alguno- obstruían el paso de los grandes buques que formaban parte de la flota.
En tierra Mansilla dividió su artillería en 4 baterías de sur a norte.
Sabiendo que era casi imposible combatir a los invasores debido a la superioridad bélica y tecnológica, la estrategia se basó en provocarles la mayor cantidad de daños posibles en sus barcos de guerra y en los mercantes, y provocar bajas en soldados y marineros, durante el tiempo en que tardaran en cortar las cadenas.

El combate, caracterizado por la disparidad de fuerzas, tanto en número como en armamentos, duró cerca de ocho horas y fue el primero de una serie que se denominó Batalla del Paraná.
Si bien lograron cortar las cadenas, se encontraron con nuevos ataques en San Lorenzo y Tonelero, que si bien no les generaron daños significativos, les obligaron a vivenciar la hostilidad de la defensa nacional.
Los aliados europeos tuvieron en la Vuelta de Obligado más de un centenar de bajas y sus buques fueron duramente averiados. Las pérdidas argentinas alcanzaron 250 muertos y 400 heridos, los emplazamientos con sus cañones quedaron destrozados, y tanto el “Republicano” como los pontones y demás embarcaciones fueron destruidos.
Tras la derrota argentina en Vuelta de Obligado, la expectativa comercial para Francia y Gran Bretaña no fue lo que esperaban y regresaron sin cumplir el objetivo mercantil.
Los restos de aquel enfrentamiento quedaron dispersos en la zona por más de ciento setenta años del conflicto bélico. Los vecinos continúan, al día de hoy, recuperando municiones y fragmentos de casquillos de balas disparadas durante la contienda, lo que da una idea de lo cruento del enfrentamiento.

Soy el pueblo
de este cuerpo vivo.
Lo mío es mío.
Decido.
Grito.
Y repito:
Por aquí no pasarán.
De ser preciso apuntaré
todos mis cañones
-aunque no sean tantos-,
usaré mis cadenas,
las cruzaré abajo del agua
y esperaré con la frente bien alta
el momento de la pesca.
Haré mi propia «Vuelta de Obligado».
Cantaré bien fuerte
y defenderé mi soberanía.
Leandro Murciego
(Mi patria)
La Vuelta de Obligado y los valores perdidos
En estos tiempos, difícil tarea docente la de enseñar la soberanía, la defensa de lo propio, la importancia del derecho, el trabajo en equipo y reparar en la dignidad y hasta la dignidad misma.
Difícil, pero no imposible. Les comparto un buen ejemplo de cómo hacerlo nacido de las ganas de docentes del departamento de Comunicación Ciclo Superior de la escuela Media Rumania, ubicada en el barrio porteño de Villa Real.
Por Leandro Murciego
Agradecimientos al profe Pablo Ramírez, a M. Laura Magariños y a lxs alumnxs de 4to 4ta que le pusieron dedicación, cariño y onda de «la Rumania».
Dibujos: Sol G., Leonel G., Santiago M., Florencia V. y Mora V.
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