
Tres poemas navideños y tres antinavideños
Dicen, los que saben, que la poesía está atravesada por todos los temas. Los poetas difícilmente pueden escapar de su realidad. Ahora, eso no significa que todos deban escribir de Navidad y que ellos sean obras dignas de convertirse en villancicos. Existen muchos ejemplos de artistas que logran aprovechar estas fiestas para seguir diciendo cosas que generen emociones.
El Grinch de la poesía
El Grinch es un duende, un personaje infantil de ficción creado por el Dr. Seuss. Esta figura -que apareció en 1957, ¡Cómo El Grinch robó la Navidad!– odiaba la Navidad y su espíritu.
Según alguno conocedores del mundo de la poesía, el estadounidense Charles Harper Webb (1952) quizá sea, junto con el mexicano Gerardo Deniz, el único Grinch de la poesía contemporánea. Este último en “Navidades”, publicado en Grosso modo (1988), cuenta la divertida historia de un “Santiclós” o Papa Noel que quedó atorado en la chimenea de su edificio. En la historia los vecinos intentan rescatarlo sin éxito y son testitos y víctimas del fatal desenlace: “al parecer era imposible extraer el cadáver / y en los pisos inferiores no sabían por dónde comenzar, / pues se les llenaría la casa de humo si encendieran / para amojamarlo / ¾y al mes siguiente hace, aquí en México, gran frío. / Cómo explicarles, además, a los pequeños”.
De algún modo, el poema de Deniz nos obliga a pensar si la muerte de Santa Claus es un asunto menos serio que la de Dios o de la Historia.
Web escribe un poema antinavideño: “La muerte de Santa Claus”, que forma parte del volumen Leyendo el agua (publicado en 2001). El texto narra la muerte de Santa Claus y el momento en que una madre debe comunicar a su hijo de ocho años la penosa noticia.
Ha tenido dolores de pecho por semanas,
pero los médicos no dan consulta
a domicilio allá en el Polo Norte.
Dejó que se venciera su seguro
y las pruebas de sangre le provocan desmayos,
su bata de hospital siempre se abre
y las salas de espera le revuelven
el estómago, de cualquier manera
piensa que sólo es una indigestión
hasta que, dando de comer al reno,
siente como si el puño de un monstruo le agarrara
el corazón y no dejase ya
de apretarlo. No puede
respirar, y ese mundo hermoso y blanco
que ama se hace oscuro,
y se deja caer con su gelatinosa
panza en la nieve, la Sra. Claus
sale dando alaridos de la fábrica
de juguetes, los elfos se frotan sus manitas,
la nariz de Rodolfo parpadea
como la triste luz de una ambulancia,
mientras en una casa de interés
social en Houston, Texas, yo, de 8,
le digo a mi mamá que unos tarados
en la escuela aseguran que lo de Santa Claus
es mentira, se sienta junto a mí
en el sofá de flores color púrpura
me toma de la mano, se le llena
la garganta de lágrimas y en sus ojos asoma
la terrible noticia.
Charles Harper Webb
(La muerte de Santa Claus)

Sabina y un poema antinavidad
El cantaautor español Joaquín Sabina es un excelente poeta y así lo dejó de manifiesto en varios de sus poemarios. Pero no sólo el «Joaco», como lo llaman sus seguidores, sembró con sus versos escenarios, libros y canciones también dejó una hermosa producción en la revista Interviú, que se publicaba en una columna titulada: «Esta boca es mía«. Allí, lunes tras lunes editorializaba por medio de creaciones literarias que respondían al al sub género de poesía satírica. En su espacio semanal toco temas políticos y económicos, le dedicó textos a La Habana y Buenos Aires y recordó a Adolfo Castelo, al Polaco Goyeneche y a Mariano Zugasti (un desconocido, que en tiempo de necesidad y de falta de documento le regaló a Sabina su pasaporte). Uno de los temas que no podía faltar en su columna fue la Navidad (esa sutilísima forma de violencia social institucionalizada). Aquí les compartimos este texto publicado allá por 2007.
No me trago el espíritu navideño,
vomito si me endosan un villancico,
el niño grande es viejo, bobo y pequeño
y el ángel de la guarda se mete un pico.
La nieve es de garrafa y la nochebuena
mala para las putas y los camellos.
La estrella de Belén… menuda faena
para los palestinos con alzacuellos.
Los mejores deseos y el alma negra,
la ternura peor que el mejor pecado,
qué espanto el arbolito y el matasuegras,
la zambomba, el turrón, la nuera, el cuñado.
Y el Gordo que tampoco toca este año
y el niño que te mete un dedo en el ojo.
Para comer las uvas del desengaño
mejor solo en la trena como el pantojo.
Joaquín Sabina
(A Belén Pastores)

Poema navideño de protesta
Ni la Navidad ni la Noche Buena suelen ser temas convocados en la poesía de Leandro Murciego. Allá por 2018, en medio de un contexto económico-político complicado, el poeta decidió hacer una suerte de poema navideño titulado «Tiempo muerto» y que llevara en su pulso la protesta. Este texto integra el capítulo «Ida» que forma parte del libro inédito: «El poeta que nació en el macrismo».
A esta mesa le falta más de lo que tiene.
Diciembre se vistió de amarillo
y nos otoña.
Ya no alcanza con una Nochebuena.
Nos plagaron de crepúsculos
que nos condenan a vagar
entre rebeliones y tristezas.
Leandro Murciego
(Tiempo muerto)
Tres poemas cortos y clásicos de Navidad
Tres de cal y tres de arena. Si compartimos tres poemas, que bien podrían ser de antinavidad ahora les ofrecemos otros temas poemas clásicos y cortos. Poesía hay para todos los gustos.
Para la adoración no traje oro.
(Aquí muestro mis manos despojadas)
Para la adoración no traje mirra.
(¿Quién cargaría tanta ciencia amarga?)
Para la adoración traje un grano de incienso:
mi corazón ardiendo en alabanzas
Rosario Castellanos
(Resplandor del ser)

Yo vengo de ver, Antón,
un niño en pobrezas tales,
que le di para pañales
las telas del corazón.
Lope de Vega
(Yo vengo de ver)

Lope de Vega, dejó una gran cantidad de poemas sobre las navidades
¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén?
¿Quién ha entrado por la puerta?
¿quién ha entrado, quién?.
La noche, el frío, la escarcha
y la espada de una estrella.
Un varón -vara florida-
y una doncella.
¿Quién ha entrado en el portal
por el techo abierto y roto?
¿Quién ha entrado que así suena
celeste alboroto?
Una escala de oro y música,
sostenidos y bemoles
y ángeles con panderetas
dorremifasoles.
¿Quién ha entrado en el portal,
en el portal de Belén,
no por la puerta y el techo
ni el aire del aire, quién?.
Flor sobre impacto capullo,
rocío sobre la flor.
Nadie sabe cómo vino
mi Niño, mi amor.
Gerardo Diego
(¿Quién ha entrado en el portal de Belén?)

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