La poesía tiene que quemar, tanto al que la escribe como al que la leé. Dicen algunos autores, que si las letras no hacen arder a sus lectores es porque tampoco hicieron lo propio con los artistas.
Otros, autores dan cuenta que todo tema puede ser poético y lo que lo determina es la voluntad del artista. Nada tiene que ver el tema en cuestión, sino la forma de abordarlo.
En esta oportunidad Leandro Murciego comparte un poema que lleva el título «Tercera dosis» y que se dejó llevar por las emociones y las sensaciones. Dejarse atravesarse por el verso como con una aguja. A la hora de escribir, Murciego no pido ni permiso ni autorización ni opiniones.

Soy una brasa que tirita,
dolor profundo y afilado,
respiración entrecortada
que divide, en más de dos,
cada sufrimiento.
Soy abismo y sumidero.
Me dejo caer,
pesado y con culpa,
hasta estallar.
Los segundos rayan
-como astillas infectadas-.
Tengo miedo del reloj
Y del tic que presagia
su sucesivo tac.
Vertiginosa letanía,
sin final aparente.
Curva y contra curva.
Me mareo en mis oscuridades
-que no son pocas-.
La cabeza guarda ecos que desconozco.
Secretos errantes dichos en voz alta
que hoy recuerdan su sino.
La madrugada es joven
y yo, un veterano que sabe
el cuento y la moraleja.
Leandro Murciego
(Tercera dosis)
Aclaración: Desde el blog, no se responderán comentarios dirigidos ni al espacio ni al autor sobre la determinación sobre la vacunación. Este posteo no busca convertirse en un lugar de disputas sobre el tema, sino en un refugio poético y artístico.