
Santa Anita (Poemario)
Hoy hace una semana partió mi abuela Anita, la Nonni o la Coneja, que despertó al mundo en San Antonio Oeste hace casi cien años, que fue viento fuerte del sur, que sopló con fuerza en alma…
Naciste en la nada
donde la calma se revela
al arrullo del viento,
entre ajuares de sol y arenas.
Durante las largas noches,
cuando el mar persiguiendo
sirenas se olvidaba de las playas,
te trajeron las mareas
entre sus aguas cubiertas
de espuma blanca.
Naciste más allá del tiempo,
donde Dios experimentó
el primero de sus descuidos
en el golfo de los sueños,
entre mesetas y olvidos.
Allí, en el despertar del pueblo
a la orilla del alba,
entre rías y olas mansas
echaste a rodar tu vida
en una fría mañana.
En un pueblo de madera y viento
donde las noches anuncian a diario
una lluvia de estrellas,
esas que sólo llegan
un rato antes que el mar cobije
tu tierra desnuda y mágica…
Leandro Murciego
2007-2008
(Santa Ana)
Sobre el lugar: San Antonio Oeste es una ciudad patagónica, desarrollada en medio de una caleta, que parece conservar rincones detenidos en el tiempo. Aquel poblado que nació en 1910 y que aún hoy conserva el espíritu de una aldea de pescadores artesanales parece regalar imágenes extraídas de un viejo álbum de cromos o de antiquísimas postales turísticas.
Allí, en ese rincón del Golfo San Matías las casas de madera ribereñas, que preservan el estilo arquitectónico inglés de principio del siglo pasado, son testigos a diario del mágico cambio de paisaje, que allí se vive cada 6,30 horas.
Las rías, que se nutren de agua de mar crecen dos veces al día hasta dar forma a un río apacible de agua salada, mientras que en las restantes dos ocasiones el agua se retira por completo –como quien busca su propio horizonte- hasta dejar a aquellos barcos que un rato antes flotaban (a 3 metros del suelo) clavados en la arena presos de un reiterado y desolado destino…