
Mercedes Araujo estará presente en La Noche del Sol de abril
Mercedes Araujo es una poeta mendocina, que nació en 1972. Ella publicó los poemarios: «Así es el fuego» (Club Hem Editores, 2018); «La isla» (Bajo la luna, 2010; «Viajar sola» (Ed. Abeja Reina 2009) y la novela
«La hija de la Cabra» (Bajo la luna, 2012 –Primer Premio del Fondo Nacional de las Artes) en la categoría Letras. Sus poemas han sido traducidos al inglés y al francés.
Con una poética cargada de ricas imágenes Mercedes será una de las animadoras del ciclo de lecturas «La Noche del Sol» (que coordina Alfredo Luna), que se realizará el sábado 30 de abril de 19 a 21, en el Espacio y Lugar Cultural (Mansilla 2982 -entre Laprida y Agüero-, CABA). Del enceuntro participarán: Alicia Pastore, Sergio Bisso, Leandro Murciego, Catalina Boccardo y Felipe Mattano.

corran bajo la luz
del sol tibio del invierno
todos diremos
el animal terrestre
más bello del barrio
cuando en travesía
las veamos pasar
es que el zarandeo
acompasado beneficia
la justa armonía de los lomos
y esas melenas reunidas
parecen
de un león bifronte
una negra manchada y cana
la otra rojo bermellón
como el cielo en la pampa
dos lobas
que avanzan al amparo
del montón de primos
y se reconocen
a la primera husmeada.
Esta perra tan vieja
no la reconocerías
-has llorado-
ni me oye ni salta ni ladra.
Es cierto, puede ser
que el ritmo de la marcha
cambie con los años
y las estrategias
se vuelvan lentas
los sueños breves
pero formar así
un par tan diverso
o ser parientes
sin haberse dicho
una palabra
en la vida entera
y andar mezcladas
una en otra
como se enreda
en la bondad la firmeza.
Corran bajo la luz
de la tarde del invierno
yo las miraré venir
tan idénticas: una
con ecuaciones en la cabeza
y otra, en el festejo cabal
de la carne cruda.
Corran que a todos nos gusta
esta vida mientras más se parece
al canto de la sangre cuando destella
bajo la luz dorada salten
los alambrados a ciegas
galopen dos furias en una.
Mercedes Araujo
(Una mujer y una perra)

con el cuerpo tibio
respirabas como un corcel.
Sobre una vereda rota
tiritando dije
qué puede
salirnos mal
no te conozco
ni vos a mi
una vida sencilla quiero
pintar dos días
un larguísimo cordón de blanco
yo elegí dormir
durante un siglo
en la diferencia
nace el amor
y la pelea sin fin
aspereza y cuerpo
tarde o temprano se alisan.
Hablaste de tu madre
yo de la mía
(de qué si no)
cuando nací pasó una gitana
y sus maldiciones dejó
contaste, tiritar
y decir gitana
el frío, el viento, un abuelo
en el campo salitrado
al borde del mar.
En un desierto
reseco al borde del cielo
allí nieva poco pero denso
un abuelo en un viñedo
la savia es el agua
respondí.
Al fin nos entregamos
a la providencia
un día, lo que la vida traiga
y lo trae
la evocás
y brota o caen
agua y alimentos
y cuando no
puro equilibrio
entre fuerzas opuestas
será.
Dijiste me gustan
los árboles gruesos
a su alrededor crecen
yuyos en sombras
tienen la belleza
que el día no les da.
No hay cimientos eternos.
Cada noche anudar las ramas
y desatarlas con la luz del día
los pastos son llanura
hierba, morada
hasta que no lo son.
Flores, manantiales
bestias temibles
hay que posarse allí
en sus lomos
¿y después?
el rastro
las escamas traslucidas.
¿Y el amor?
El amor es el peso del mundo
sin amor no hay descanso
tampoco creas
que tenemos una mínima
incidencia
sobre las iluminaciones
o los venenos
de semejante hiedra.
Mercedes Araujo
(En el frío de agosto)
