
Daniel Riquelme y dos poemas de su libro «Los pastitos»
La palabra tiene un por qué, un recorrido, una razón de ser que busca el nuevo sentido que le permita seguir siendo. Daniel Riquelme es un escritor argentino que escucha, contempla e interpela a la palabra. Él sabe -por elección y profesión (es psicólogo)- que ella tiene algo que dice y que -a la vez- infiere. En ese juego de dar palabra, de empoderar, de escuchar y confrontar giran muchos de sus textos.
La bibliografía de Riquelme
Su producción literaria lo muestra inquieto. Hasta el momento publlicó: “Los pastitos”, Zama (2004); “El cruce”, Paradiso (2007); “intimidad de la siesta”, Ediciones Cada Tanto (2010); “Cabeza de niño”, ediciones La Yunta (2013); “Aniceto”, ediciones La Yunta (2017), y “Contratiempo”, ediciones La Yunta (2022). Mientras que en 2014 publicó su primer novela, de la mano de La Yunta, titulada: “La Chirla”.
En esta oportunidad el autor y editor literario del sello «La yunta» nos comparte dos poemas de su libro «los pastitos».

laguna hasta las cruces
laguna hasta la casa roja de vergüenza
laguna hasta los árboles del cielo
agonizada de peces
desbordada de juncos y pájaros
así eres entre todas las mujeres
morada de arroyos indecisos
orilla de mis deseos
he visto saltar desde tus hombros
los niños dorados de tanto correr jilgueros
te he visto escupir hasta cegar el sol
tus hebras viudas
la calle de fina tierra
volaba
extasiados corríamos
tras los hilos
que se fugaban con las nubes
como si no existiéramos
como si no hubiésemos existido
nunca
Daniel Riquelme

el día que cayó la palmera
las piedras comenzaron a crecer
uno se partía la espalda punteando
y nada
la tierra se había rebelado contra
nuestro afán de siembra
apretaba los dientes y
comenzamos a llorar
el cielo y los pájaros lloraron
la tierra paría tosca y piedra
como si hubiera olvidado la ternura
de los brotes
sorda de primaveras sin manos para
la lluvia
ciega a los racimos de glicina
la tierra cerró sus pechos
y los ríos se oxidaron sin cauce
á tierra
nos olvidó
entonces la angustia comenzó a crecernos
raíces
breves pequeñas
balbuceamos las heridas
hasta plantarnos con los colores del vacío
y nos sembramos con el sueño
de que ella abra sus labios y suspire
nuestra voz
y deshaga los armónicos que confunden
las palabras que sembramos partiendo
cada terrón contraelcanto de la pala
regamos y respiramos
el musgo sobre la piedra
que ella nos olvida
Daniel Riquelme
