
«Oración pagana» un poema de Leandro Murciego para Maradona
Diego Armando Maradona fue -para muchos, y entre los que nos incluimos- el mejor jugador de fútbol del planeta. Pero «El 10» fue mucho más. El Diego es, por sobre todas las cosas, un símbolo, un ícono, un emblema. Para muchos argentinos es, sin lugar a dudas -con todo lo bueno y lo malo, que le endilgan- el representante de la «argentinidad», una metáfora capaz de explicarnos no sólo la forma de ser de los argentinos, sino también gran parte de la historia política del país. Mientras que para otros habitantes del mundo él es el fútbol (la magia, la picardía, la sorpresa, el potrero, etc), para algunos Diego fue y sigue siendo sinónimo de la rebeldía, la resistencia y de la lucha con los poderes hegemónicos.
Diego nació en una casa humilde, donde el pan no sobraba. Conoció de ajustes y recortes. Creció soñando con «a su familia ayudar» (como dice el tema del Potro Rodrigo). Y lo logró. Soñó con jugar y ganar un mundial. Y lo hizo. Fue millonario, conoció los lujos y los excesos. Quebró financiera, emocional y humanamente. Le dieron poder y cuando quisieron se lo sacaron. Lo traicionaron, una y mil veces, pero nunca dejó de creer. Le cortaron las piernas y, como el Ave Fenix, volvió a levantarse de sus cenizas y voló.

Maradona logró reconocimientos internacionales fuera de toda lógica que dan cuenta de la importancia de su figura. Por ejemplo, en la India hay una estatua de diez metros de altura que lo recuerda. Su cara se hizo mural en miles de rincones del planeta. Su sonrisa y su nombre se tatuaron en millones de pieles.
Hoy, en otro aniversario de su nacimiento- un 30 de octubre de 1960-, lo recordamos desde PAMA (Poesía A Mano Alzada) con un nuevo poema «Oración pagana» de Leandro Murciego, un texto basado en un trabalenguas que habla del decir y desdecir.

Cuando digo Diego,
digo “digo”.
Digo:
fútbol, barrilete cósmico,
piel de pueblo,
Cuando digo Diego,
digo “digo”.
Digo
infancia, abrazo, sonrisa,
recuerdo que crece con el tiempo.
Cuando yo digo Diego,
digo “digo”,
y cuando digo “digo”,
digo Dios.
Leandro Murciego
(Oración pagana)
