La dictadura nos dejó marcas, cicatrices, dobleces, arrugas en la memoria. Estos espacios permiten, de la mano del arte, no sólo hacer una crónica de esos tiempos, sino también compartir viejos dolores por medio de catárticas letras.
En esta oportunidad de la mano de, la escritora santafecina, Belkys Sorbellini nos llegan recuerdos de los que aceleran el ritmo cardíaco y apresuran las lágrimas.

Los recuerdos se apoderan de mi memoria y me producen taquicardia.
La noche del 24 de marzo del 76 fue fatídica, yo salía de la peluquería. Como todas las chicas de la época me hacía la toca. Serían las 20; 30 hs de un sábado y yo no acudiría a mi cita.
Ya estaba oscuro, pero alcanzaba a ver detrás de cada árbol un soldado en la cuadra de mi casa y un camión militar en la puerta. Comencé a correr hacía allí sin medir consecuencias.
Alguien me dio la voz de alto, yo corría y gritaba, “ustedes están en mi casa, es mi casa”
Cuando entré había 3 soldados y un teniente estaba a cargo del operativo. Estaban dando vuelta todo. Mis abuelos en cama con gripe A, ambos medicados.
Mi abuelo era fotógrafo aficionado, en esa época los rollos de fotografía se revelaban en ópticas y se entregaban en pequeños tubos de aluminio, del mismo tamaño del rollo de película. El que los estaba revisando los abría y arrojaba abiertos en el piso y en un cajón; caían como serpentinas.
Descubrí en ese procedimiento, a mis 19 años, que yo podía sacarme y ser contestaria. Recuerdo haberle dicho” Vos viste muchas películas” ¿Qué pretendes encontrar? ¡¡¡Son fotos familiares!!! ¡¡¡No desordenes!!
Me enojé mucho, me estaban dando vuelta el dormitorio. Yo estudiaba Psicopedagogía en la Universidad Católica y con rabia les di una clase de comunismo. Mi abuela lloraba y me decía; “no digas nada nena, te van a llevar”.
No éramos terroristas, no andaban armados ni mi padre ni mi abuelo. Buscaban a mi padre, que claramente no vivía allí.
Se llevaron a mi abuelo. No me olvido.
Mi memoria
Belkys Sorbellini.
Santa Fe. Ciudad Capital.
Dolorosa remembranza.Herida que siempre sangrarán…
Desde PAMA creemos que estos relatos son necesariso para poder armar la crónica de nuestro tiempo. Gracias por la compañía.