De la necesidad de los artistas nace el arte…
De la necesidad de los recuerdos nace la mañana…
He aquí el sentido de lo escrito:
Que una muchedumbre de gozo, alzada,
entierre el horror en soledad
que fue el ayer…”
(VZL)

Vicente Zito Lema fue un artista comprometido con su tiempo. Dicen las biografías que fue un poeta, dramaturgo, periodista, filósofo y docente argentino. Cuentan, también, que se recibió de abogado en 1961 en la universidad nacional de Buenos Aires, especializándose en el estudio y la práctica de los derechos humanos. Dice, además, que parió diez poemarios y una docena de obras de teatro. La última Eva Perón resucitada. Estrenada y presentada en el Centro cultural y fábrica recuperada IMPA (2016).
Hoy aquí comenzaremos, una suerte de, homenaje. Para iniciar este recorrido publicaremos tres poemas de Vicente Zito Lema, este enorme artista que estaba cargado de necesidades, vale decir, estaba lleno de arte.

Tres poemas de Vicente Zito Lema
Hay épocas en que la poesía se espanta de las almas
benditas y de los espíritus sin mácula que cuentan
estrellas ante las sombras del río…
Hay épocas en que la poesía pierde la buena medida,
el buen tono, la buena contemplación, el buen amor,
el buen humor, la buena razón y el buen apetito
con que los cuerpos abren las puertas del destino…
Hay épocas en que la poesía llora en la noche
con lágrimas de niño y dice adiós a la belleza
sin estrépito, y corre hacia el infierno
con botas de gigante para sus pies desechos…
Hay épocas en que la poesía no duerme
entre las sábanas almidonadas de la cultura,
debe buscársela sonámbula y a los tumbos, casi ciega,
entre tiros y gritos y pájaros de mal agüero,
en noticias policiales…
Hay épocas en que la poesía sólo conoce las prácticas
subversivas y los métodos piqueteros
(la cosa es: tomar por asalto el palacio de verano y el de invierno,
o cortar las rutas, o cubrir de humo negro el cielo,
o morir de pobre,
en la soledad del silencio,
como los elefantes mueren en los bordes de la selva.)
Entonces la poesía anda sin brújula, a saltos de mata,
de un lado a otro, del mar a la meseta, mientras el otoño
nos envuelve con su luz dorada
y solo cambia que uno está más viejo…
Hay épocas en que la poesía se plantea una última cuestión:
¿cuando lleguen los poetas del mañana,
los que anunciarán la alegría,
tendremos algo más para recibirlos
que tumbas de inocentes sin justicia
y la moneda de la vida jugada a cara o cruz…?
Vicente Zito Lema
(Épocas)
Para las Madres de Plaza de Mayo
No siempre serán estos días
una obligada tristeza
y perfumará
perfumarás vida como la sabia rosa
más allá de nuestra precariedad
y alumbrará
alumbrarás vida como rosa de armonía
en infinita provincia de luz / que protege / y calma
hasta que la tormenta cebada
cribada y negra
se pierda de prisa tras la primera luna
sin pena ni tampoco gloria
vida sí que aún entre agonías
te prolongas
nos invades
¡crece!
no te detengas vida
y todo corazón que envejece
y todo corazón cargado de duelos y fatigas
se abrirá a ti
les guste o se resistan los perros
de su pena y los del odio
crece vida continúa rosa
crece árbol del rosal entero crece
aunque ya no sea mi mano
la que te arrime el agua
y podrán los cuerpos y sus nombres ser apenas
un destello o un humo
y podrán las ilusiones estrellarse contra el piso
y en la boca secarse las palabras
y convertirse en veneno la soledad
pero tú vida seguirás con loca dulzura
llamando a nuestra puerta
seguirás obstinada y obstinada en esta plaza
o en aquel jardín
quitando las piedras y malezas
para la nueva y siempre
la erguida / breve / humilde y alta
la tan fragante
tenue muy tenue
eterna rosa.
Vicente Zito Lema
(Vals de una rosa)


Pequeñas sombras y míseros gritos, apenas lo humano,
que ya ni conmueve a las estrellas. Algo está allí, desafía
los sentidos, forcejea con la eternidad, se estremece pálido
y al fin se aquieta. No hay músicas en la agonía…
Cae otra vez la lluvia y podría no caer; el corazón está seco
y la tierra como nunca, árida… Ahora es momento de
tormenta, los rayos bailotean en las torres y las aves de rapiña recogen sus alas.
Ya volarán…
Un viento sin origen abre las puertas para una nueva
vuelta de tuerca en la ciudad. ¡Hay más! Siempre hay más
si el animal del aullido roe las frentes celestes…
Lo atroz
en el alma, anhela y espera…
Ante nuestras narices, un ángel de ausencias recorre
las sombras sagradas; se detiene en ellas,
diríase que las reconoce y las besa…
las palpa sin pudor…
El temblor manso se extiende por las calles,
se da la mano con el perfume espeso de las coronas mustias,
apiladas en los bordes del cementerio.
Bajo las nubes del ocaso,
todavía amenazadoras,
aparecen los niños.
El desierto de la salvación retrocede junto a ellos.
Todo lo sucio, lo roto, lo descartado y lo expulsado de sí
como pura porquería, está con ellos.
También Dios está en ellos, pero Dios, no lo sabe.
La policía tampoco lo sabe, así que muestran sus pistolas como si
fueran los diez mandamientos.
Los ojos de los niños no perdonan.
Nacieron a la vida en un espacio cruel,
en un tiempo de espanto,
y a la espera de la muerte en la soledad
de soledades que guarda la muerte, viven.
Como el aire del basural, apestan.
Peor que las moscas, molestan.
No hay dulzura aquí.
Que el hipócrita de
culo limpio escupa contra su propia tumba.
Sin que cumpla cinco años la inocencia,
antes que el astro más pálido gire alrededor de su belleza cinco años,
una muchedumbre de niños -oh, sí, niños,
el llanto de sus cuerpitos-, morirán en el olvido,
sin nombre quien no comió y sin nombre quien les quitó la comida,
mientras las huellas de sus pies se pierden en el desierto…
Más allá de la tristeza. Por fuera del agobio.
Las gotas de lluvia son iguales a las gotas de lluvia,
apenas nos hacen
pensar en el sol…
El hambre no perdona a los niños de la ciudad voraz.
Igual que los perros callejeros que husmean al verdugo,
igual que los dioses de labios fríos, así morirán.
Cuando lleguen nuevas lluvias,
porque se anuncian prontas lluvias,
puede ser que resuciten los dioses,
pero los niños del hambre no resucitarán.
Vicente Zito Lema
(Resucitaciones)
Conocé más sobre Zito Lema leyendo esta nota publicada por el diario Página 12, el día de su muerte.