
La poesía erótica de Cortázar
Durante el Renacimiento, los cuerpos y su voluptuosidad vuelven a ser descubiertos ubicándose en el centro de cualquier manifestación artística. El ser viviente es humanizado para desarmar la hipocresía de una sociedad y lo hace a través del arte. En el campo de la Literatura el soneto es la mejor herramienta para dar cuenta de todo el erotismo de los cuerpos desnudos y del acto sexual (aunque éste se muestra a través de la alegoría o la metáfora).
Julio Cortázar escribió poemas desde los nueve años y, en una oportunidad, se animó a declarar «Soy un animal literario y los sonetos me salen redondos».
En este soneto, publicado en Salvo el crepúsculo, se trasluce y desnuda todo el erotismo a través de imágenes tiernas, calientes y dolorosas que culminan, como lo hacían los renacentistas, con la alegoría de la serpiente.

Giulio Romano
Te desnudé entre llantos y temblores
sobre una cama abierta a lo infinito,
y si no tuve lástima del grito
ni de las súplicas o los rubores,
fui en cambio el alfarero en los albores,
el fuego y el azar del lento rito,
sentí nacer bajo la arcilla el mito
del retorno a la fuente y a las flores.
En mis brazos tejiste la madeja
rumorosa del tiempo encadenado,
su eternidad de fuego recurrente;
no sé qué viste tú desde tu queja,
yo vi águilas y musgos, fui ese lado
del espejo en que canta la serpiente.
Julio Cortázar
(La ceremonia)