
Roberto Arlt según la visión de Julio Cortázar
En un nuevo aniversario del fallecimiento de Roberto Arlt y aprovechando el especial «Queremos que julio sea Cortázar» desde PAMA buscamos construir un puente que uniera a los dos autores; sin dudas, dos de los máximos exponentes de las letras no sólo de nuestro país sino también de la región.
La narrativa de Roberto Arlt (1900-1942), como la de Jorge Luis Borges, instaló un paradigma literario que cambió las letras en la Argentina.
Sus ficciones, que tienen como escenario principal a Buenos Aires, están protagonizadas por personajes de la clase media, que se desenvuelven en un escenario signado por la crisis económico-social y el desasosiego, clima que caracterizó el ánimo social de la Argentina entre 1920 y 1930.
“Borges representaba en su literatura la línea en su rarificación más genial, más alta. Y, al mismo tiempo, Roberto Arlt es sumersión en lo más profundo de la ciudad. Es decir, los dos lados de la medalla argentina de esa época, para decirlo así.
Comentarios de Julio Cortázar para hablar de Roberto Arlt
«La figura de Arlt fue una gran sacudida. Una gran revelación interior. Empecé a leer los cuentos y después las dos novelas de él: «Los siete locos» y «Los lanzallamas».»
«Si Borges me dio una gran lección de rigor de escritura y me mostró el camino de un estilo que no estuviera lleno de floripondios y de exageraciones, Arlt me enseñó una literatura de contacto directo con la realidad de la ciudad de Buenos Aires».
Arlt logró transitar distintas facetas con éxito. Llevó sus letras a la novela, los cuentos, las aguafuertes (periodismo) y el teatro. Allí puso sobre el tapete temas como la locura, la marginalidad, la humillación, la traición, la conspiración política y las invenciones técnicas. Los que saben dicen que su estilo literario no sólo incorporó el lenguaje coloquial sino que coqueteó con la vanguardia histórica y creó una singular estética del grotesco, al tiempo que exploró -a su manera- el género fantástico. Y lo hizo con tan sólo tercer grado aprobado.

En el libro de las obras completas de Roberto Arlt publicado en 1981, es Julio Cortázar quien hace el prólogo. En él, el autor de «Rayuela», confiesa que leyó a Arlt de joven pero que no conoce mucho acerca de su vida; y lamenta que el escritor representante del grupo de Boedo no haya alcanzado a leerlo. Y lo manifiesta de esta manera:
«No se busque aquí un «estudio» sino, como prefiero, el juego de vasos comunicantes entre autor y lector, un lector que también llegó a ser autor y que cuenta entre sus nostalgias la de no haber tenido la suerte de que Arlt lo leyera, incluso con el riesgo de que le repitiera su famoso y terrible «rajá, turrito, rajá».»
Cortázar en el prólogo habla también de la relación de Arlt con el tango:
«Como todos los argentinos de su tiempo, Arlt crece en un clima de tango, sólo que mientras otros poetas y escritores lo aceptan y elogian en la medida en que el tango no los acusa, no los incluye en sus letras conventilleras, malevas o de cursilería sensiblera, Arlt se siente obviamente aludido por cada tango, involucrado en su marginalidad fundamental.»
Julio Cortázar en el Prólogo de las Obras completas de Roberto Arlt, 1981
De la función que tiene su literatura, desgarradoramente social y que, para el propio Cortázar, era «idiomáticamente mala»:
«En último término su obra es apenas «intelectual»; la escritura tiene en él una función de cauterio, de ácido revelador, de linterna mágica proyectando una tras otra las placas de la ciudad maldita y sus hombres y mujeres condenados a vivirla en un permanente merodeo de perros rechazados por porteras y propietarios.»
Julio Cortázar en el Prólogo de las Obras completas de Roberto Arlt, 1981
Cortázar revaloriza a Roberto Arlt, a pesar de la crítica literaria que se aferra a cánones estancos y conservadores:
«Mientras la crítica pone en claro el «ideario» de ese hombre con tan pocas ideas, algunos lectores volvemos a él por otras cosas, por las imágenes inapelables y delatoras que nos ponen frente a nosotros mismos como sólo el gran arte puede hacerlo.»
Julio Cortázar en el Prólogo de las Obras completas de Roberto Arlt, 1981
En las cartas enviadas al pintor y poeta argentino Eduardo Jonquières, a quien lo unieron cincuenta años de amistad, Julio Cortázar elabora una pregunta retórica sobre el gran autodidacta:
“¿Cómo no se dan cuenta de que Arlt, igual que Dostoievski o Balzac, combinaba perfectamente el interés y el suspenso continuo con la máxima latitud en su novelística?”