
En PAMA julio fue Cortázar
Son meses largos los de esta Cuarentena. Parecen eternos y, para algunos, hasta tienen más de 30 días. En función de estas atemporalidades, a PAMA se le ocurrió rendir un homenaje a Julio Cortázar a partir de la propuesta «Queremos que en todos los almanaques julio sea Cortázar«.
Es así que el objetivo poético de cambiar los calendarios aún no se logró, pero sí el de llegar a cubrir los días del mes de julio con publicaciones referidas al gran Cortázar.
Les compartimos aquí todos los posteos para que puedan leer, disfrutar, llorar, jugar, aprender, compartir y admirar, como lo hace este blog, a Julio.
Además, tres poemas de Leandro Murciego en los que, a su modo, el que mejor le sale, a mano alzada, rinde homenaje a Julio Cortázar y su obra.
Aquí todos los posteos de julio
Julio comienza con el primero de Cortázar
“Te amo por ceja” de Julio Cortázar
Qué une a Cortázar con Cervantes
“Appel rejeté” de Julio Cortázar
Los fantasmas de Cortázar
Cortázar en la poesía también jugó como en Rayuela
La poesía erótica de Cortázar
El otro poético de Julio Cortázar
Cuáles eran las tres cosas que le salían bien a Julio Cortázar
Aislamiento y cuarentena en la voz poética de Julio Cortázar
La ley Cortázar: un arma para romper las normas
Julios en París, Cortázar y Susana Rinaldi
“La otredad”: una preocupación compartida por Borges y Cortázar
Bailar con Cortázar
Cortázar: y las distancias
Cortázar según Galeano
Queremos tanto a Julio
Cortázar, ante todo, un poeta
Los pasatiempos de Cortázar
El día que Cortázar conoció a los Cronopios
Cinco frases inolvidables de “Rayuela”
Los deseos en la boca de Julio Cortázar
Los primeros nacimientos de Cortázar
Cinco poemas para Cristina
Roberto Arlt según la visión de Julio Cortázar
Se fue “la Maga”: a los 96 años falleció la musa de Rayuela
Otros cinco poemas para Cris
Los últimos cinco poemas para Cris (No hay peor Cortázar que el que no quiere ver)
Los evangelios según Julio Cortázar 1
Los evangelios según Julio Cortázar 2

Nada más poético
que escribir a mano alzada:
tierra arriba y cielo en el suelo
y que la voluntad o el vértice de una piedra
vaya trazando el camino.
Después, todo es cuestión
de la buena o la mala puntería,
del equilibrio y la firmeza
para cumplir con lo signado.
Leandro Murciego
(Rayuela)
No fui capaz de escucharla.
Ella hablaba a través de sus paredes.
Yo vivía atrincherado en mi armadura.
Jamás vi en sus ojos
el más-mínimo destello de amor.
Ella, ni siquiera, pudo ver los míos.
Nunca mi garganta
había necesitado tanto el agua.
Nunca.
Esa palabra había quedado tan vieja,
como cuando terminé de pronunciarla.
Leandro Murciego
(Deshora)
Vuelvo a ser niño
e imagino patos cubiertos de hormigas
y lloro, como aprendí con Julio,
con las mangas de mi saco hacia adentro
y me escondo en el rincón más oscuro
de algún inventado recuerdo.
Leandro Murciego
(Llorando pie puntillas)
