
Eduardo Galeano e Inés Barrio: un tributo a las invisibles
Para el escritor uruguayo Eduardo Galeano la lucha de los más necesitados siempre fue necesaria de destacar. Los más vulnerables son desatendidos y hasta maltratados por los grupos de poder. En esta pandemia son los más descuidados, los que no interesan, los menos, los sin nombre: los pobres.
Son el tumor de una sociedad: el otro que molesta, estorba y, por lo tanto, hay que extirparlo. En palabras del escritor uruguayo:...»el poder jamás confiesa que está en guerra contra los pobres que genera, en pleno combate contra las consecuencias de sus propios actos.» Y sigue: «El poder, que elogia al trabajo y a los trabajadores en sus discursos pero los maldice en sus actos, sin pudor alguno recompensa la deshonestidad y la falta de escrúpulos. La respetable tarea tiene por cómplices a los grandes medios de comunicación, que mienten callando casi tanto como mienten diciendo.»
PAMA está lleno de pequeños gestos para aquellos que sufren hambre y que son excluidos o relegados hacia los márgenes más oscuros de nuestra sociedad (pueden leer «La cuarentena, según Natalia Lorenzo» o «Para cada quien su corona de Leandro Murciego«).
Un homenaje a Ramona Medina
Esta pandemia que llegó de la mano del Coronavirus se llevó en todo el planeta a mucha gente. Y las estadísticas siguen creciendo. Y ese número tiene nombres y apellidos, filas de deudos, familiares y amigos. Cada partida se convirtió en una pérdida irreparable. Un cachetazo a la fe, de aquéllos que aún la tienen.
Allá por mayo, en Buenos Aires, cuando los números parecían aún contenidos, el Covid19 se cobró la vida de Ramona Medina, una vecina y referente social de la villa 31, uno de los lugares en la ciudad de Buenos Aires donde más fuerte golpea esta enfermedad.

Ella tenía 42 años. Era paciente diabética e insulino-dependiente. Esto hacía que, sin lugar a dudas, estaba entre el grupo de las personas con alto riesgo de contagio. Pero no por ello resulta lógico que hoy estemos hablando de su ausencia. Ramona, para mucha gente, se hizo conocida cuando el 3 de mayo, por medio de un video difundido por las redes de La Garganta Poderosa, decía a los cuatro vientos que hacía 8 días que no tenían agua en el barrio. «Nos piden que nos higienicemos, que nos lavemos las manos, que tengamos mayor cuidado, que nos pongamos tapabocas, que no salgamos a la calle… Y con qué lo hacemos si no tenemos agua.»
Con su muerte, quedó expuesta sobre la mesa una realidad que se decía a voces en los barrios más pobres de la ciudad de Buenos Aires (Villa 31 y 31 bis, ubicadas en la zona de Retiro): sin agua no hay forma de cuidarse. Con su muerte, se hizo visible la imposibilidad de algunos sectores de la sociedad de ver, escuchar y atender los pedidos desesperados de aquéllos que más lo necesitan.
Para la memoria de Ramona van dos textos. Uno de Galeano que habla de las mujeres que luchan desde la insondable pobreza, y un poema que llega de puño y letra de la poeta y psicóloga Inés Barrio.
«Mandaba la tradición que los ombligos de las recién nacidas fueran enterrados bajo la ceniza de la cocina, para que temprano aprendieran cuál es el lugar de la mujer, y que de allí no se sale.Cuando estalló la revolución mexicana, muchas salieron, pero llevando la cocina a cuestas. Por las buenas o por las malas, por secuestro o por ganas, siguieron a los hombres de batalla en batalla. Llevaban el bebé prendido a la teta y a la espalda las ollas y las cazuelas. Y las municiones: ellas se ocupaban de que no faltaran tortillas en las bocas ni balas en los fusiles. Y cuando el hombre caía, empuñaban el arma. En los trenes, los hombres y los caballos ocupaban los vagones. Ellas viajaban en los techos, rogando a Dios que no lloviera. Sin ellas, soldaderas, cucarachas, adelitas, vivanderas, galletas, juanas, pelonas, guachas, esa revolución no hubiera existido. A ninguna se le pagó pensión.»
Eduardo Galeano
(Las invisibles)

¿Habrás escrito la palabra alegría?
¿Habrás leído la palabra belleza?
¿Cuál horizonte fue tu breve historia
más allá de los charcos y del barro
de madrugadas frías en hospitales silenciosos
de comida de olla escasa, herida de impotencia
de las lúgubres luces que cada tanto
ocultan más de lo que alumbran?
Me apuñala tu pobreza como destino
como profecía,
aún antes de que anduvieran tus pies pequeños
en el barrio obrero.
¿Conociste el gran mar rabioso azul?
¿Y las llanuras extendidas?
¿la arena?… ¿las montañas?
¿el verde claro?
¿el viento sur y su cobijo?
Como todos los tuyos repartiste el abrazo y el pan.
Son los mismos de ayer, los de mañana.
En los baldíos
En los basurales
En los dolientes márgenes
En los agujeros grises, donde suelen nacer las mariposas.
Son los mismos de ayer, los de mañana.
Toda la sangre toda la ceniza toda la sed
y todo el hambre.
Y el olvido.
Inés Barrio
(Ramona Medina)