
La muerte que dio con el escritor pero no con sus ideas: Domingo Faustino Sarmiento.
Un 11 de septiembre de 1888 fallecía en Paraguay Domingo Faustino Sarmiento. Con un camino vivido y trazado durante 77 años, quien fue Presidente de la Argentina, marcó un antes y un después en la educación al proclamarla pública, gratuita y obligatoria. Su labor como promotor de la educación y la cultura, en un contexto político y social extremadamente violento, es indiscutible. Sin embargo, y a partir de sus propias contradicciones a nivel ideológico, fue muy cuestionado por sus ideas relacionadas con el binomio civilización y barbarie.
Facundo: un texto de denuncia
En su libro «Facundo. Civilización y barbarie», que data de 1845, Sarmiento utiliza la figura de un caudillo, a quien se lo conocía como el Tigre de los Llanos, con la intención de «explicar la revolución argentina con la biografía de Quiroga (…) porque en Facundo Quiroga no veo un caudillo simplemente, sino una manifestación de la vida argentina,(…) es el personaje histórico más singular, más notable que puede presentarse a la contemplación de los hombres que comprenden que un caudillo que encabeza un gran movimiento social no es más que el espejo en que se reflejan, en dimensiones colosales, las creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación en una época dada de su historia.»
Uno de los ejes que atraviesa este libro es la denuncia. Para los escritores del Romanticismo (como José Mármol, Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento) uno de los ideales era retornar a los valores de la Revolución de Mayo. Por lo tanto, se volvieron opositores al gobierno de Juan Manuel de Rosas, régimen autoritario en el que imperaba la violencia a partir del enfrentamiento constante y sin resolución entre federales y unitarios. Y, para el romántico, la literatura es una vía de difusión de ideales políticos. Entonces, qué mejor que un texto como «Facundo» para atacar a Rosas a través del personaje de Quiroga. En este libro, se pone de manifiesto la violencia ejercida desde el poder no sólo en el sometimiento del caudillo al exilio sino también que, en su camino hacia él, es atacado físicamente por la mazorca (organización policial que obedecía a Juan Manuel de Rosas para aplacar a los opositores).

Los discursos de «Facundo»
Fue un texto escrito desde el exilio. Sarmiento se radicó en Chile cuando en 1835 Juan Manuel de Rosas se proclamó Gobernador de la Nación. En el país vecino apareció, diez años más tarde -como folletín al principio y como libro, después- bajo el siguiente título: «Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga y aspectos físicos, costumbres y hábitos de la República Argentina.» Tanto el título como la estructura sufrieron varios cambios, siempre motivados por cuestiones políticas. Está organizado en tres partes: en la primera, se refiere a la geografía argentina -que los que saben dicen que la describió sin conocerla en su totalidad-; la segunda trata acerca de la vida del caudillo; en la tercera, narra el asesinato de Quiroga y expone el programa político que deberá desarrollarse una vez muerto Rosas.
En la introducción, titulada «Advertencia del autor», Sarmiento expone las causas que lo motivaron a escribir el libro. Es allí donde su frase -de origen dudoso- «Las ideas no se matan» se hace conocer.
A fines del año 1840, salía yo de mi patria, desterrado por lástima, estropeado, lleno de cardenales, puntazos y golpes recibidos el día anterior en una de esas bacanales sangrientas de soldadesca y mazorqueros. Al pasar por los baños de Zonda, bajo las armas de la patria que en días más alegres había pintado en una sala, escribí con carbón estas palabras:
On ne tue point les idées.
El Gobierno, a quien se comunicó el hecho, mandó una comisión encargada de descifrar el jeroglífico, que se decía contener desahogos innobles, insultos y amenazas. Oída la traducción, «¡y bien! -dijeron-, ¿qué significa esto?…».
Fragmento de la introducción de «Facundo»

En cuanto a la clasificación textual del libro, aún se sigue discutiendo acerca de su pertenencia ya que es un texto netamente polifónico. Por instantes, parece un ensayo; otras veces, una biografía novelada; en algunos momentos, un panfleto. Es que, justamente, aquí radica la maestría de Sarmiento al proponer un paradigma literario diferente a partir de la confluencia de discursos: descripción, narración, citas textuales de escritores y pensadores europeos, epístolas, frases en latín, paráfrasis, preguntas retóricas, documentos, definiciones.
He aquí el inicio de «Facundo» en el que se evoca la figura de Quiroga y los motivos de elogio y admiración hacia el caudillo:
¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble pueblo! Tú posees el secreto: ¡revélanoslo! Diez años aún después de tu trágica muerte, el hombre de las ciudades y el gaucho de los llanos argentinos, al tomar diversos senderos en el desierto, decían: «¡No, no ha muerto! ¡Vive aún! ¡Él vendrá!» ¡Cierto! Facundo no ha muerto; está vivo en las tradiciones populares, en la política y revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su complemento: su alma ha pasado a este otro molde, más acabado, más perfecto; y lo que en él era sólo instinto, iniciación, tendencia, convirtióse en Rosas en sistema, efecto y fin. La naturaleza campestre, colonial y bárbara, cambióse en esta metamorfosis en arte, en sistema y en política regular capaz de presentarse a la faz del mundo, como el modo de ser de un pueblo encarnado en un hombre, que ha aspirado a tomar los aires de un genio que domina los acontecimientos, los hombres y las cosas. Facundo, provinciano, bárbaro, valiente, audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él; por Rosas, falso, corazón helado, espíritu calculador, que hace el mal sin pasión, y organiza lentamente el despotismo con toda la inteligencia de un Maquiavelo. Tirano sin rival hoy en la tierra, ¿por qué sus enemigos quieren disputarle el título de Grande que le prodigan sus cortesanos? Sí; grande y muy grande es, para gloria y vergüenza de su patria, porque si ha encontrado millares de seres degradados que se unzan a su carro para arrastrarlo por encima de cadáveres, también se hallan a millares las almas generosas que, en quince años de lid sangrienta, no han desesperado de vencer al monstruo que nos propone el enigma de la organización política de la República. Un día vendrá, al fin, que lo resuelvan; y la Esfinge Argentina, mitad mujer, por lo cobarde, mitad tigre, por lo sanguinario, morirá a sus plantas, dando a la Tebas del Plata el rango elevado que le toca entre las naciones del Nuevo Mundo.
Primer párrafo de «Facundo» de Domingo Faustino Sarmiento
