
Alfonsina Storni y Horacio Quiroga, un amor más allá de las letras
A Alfonsina Storni y a Horacio Silvestre Quiroga Forteza (conocido como Horacio Quiroga) los unía mucho más que las letras (la literatura y el periodismo). Ambos fueron protagonistas de una historia de amor que, por algún motivo, la historia se ocupó de ocultar.

Ellos se conocieron en 1922: según algunos historiadores, en la casa de Norah Lange; mientras que otros sostienen que fue en la propiedad del pintor argentino Emilio Centurión (1894-1970). Tanto Lange como Centurión (discípulo del plástico italiano Gino Moretti ) eran conocidos por realizar grandes reuniones sociales a las que asistían reconocidas figuras del ambiente cultural de la época. En uno de esos encuentros Storni y Quiroga quedaron prendados, el uno al otro.
Alfonsina, por aquel entonces, era una mujer que deslumbraba a Buenos Aires con sus versos y su forma de enfrentar la vida y la pacata sociedad en la que se desenvolvía. Ella era socialista y defendía los derechos de las mujeres -algo totalmente inaudito por esos tiempos- con el mismo orgullo y la misma fuerza que le dedicaba al rol de maestra, actriz, periodista y poeta.
Horacio era un escritor uruguayo -descendiente por parte de padre del caudillo Facundo Quiroga– que estaba destinado a dejar su sello en el mundo de la literatura. Él, en la actualidad, es considerado uno de los maestros del cuento junto con Edgar Allan Poe.

Entre juegos y literatura
Cuentan algunas historias que lograron engañar al olvido y que un juego de prendas fue el que los puso frente a frente. La consigna que tenían Horacio y Alfonsina era besar al mismo tiempo, cada uno, una cara de un reloj de cadena que estaba sostenido por el propio Quiroga.
Cuando Alfonsina acercó sus labios para cumplir con su parte de la prenda, Horacio -que no quitaba los ojos de la boca de ella- realizó un rápido movimiento con su mano y apartó el reloj. Así, según cuentan, ambos le robaron el primer beso al tiempo. Y comenzarían a escribir un capítulo de amor que quedaría entre las líneas de la historia.
«…daban largos paseos donde conversaban de todo, incluso de la crianza de los hijos, ya que el vástago de Alfonsina, Alejandro, tenía la misma edad que Darío Quiroga (uno de los dos hijos de Horacio). Viajaban juntos a Uruguay. También eran entusiastas del cine, algo que muy pocos en su círculo aprobaban. Quiroga y Storni iban a ver los estrenos al Grand Splendid, inaugurado en 1919 (ubicado en Santa Fe y Callao). Algunas noches se reunían para comer en sus casas, con los hijos.»
Fragmento del libro «Romances Argentinos de escritores turbulentos», de Daniel Balmaceda.
Storni, Quiroga y Quinquela Martín
Si bien ninguno de los dos era un estereotipo de belleza de aquellos tiempos, Horacio y Alfonsina vivieron una fuerte atracción. Según el escritor Pedro Orgambide, a Quiroga «le fascinaba la inteligencia y el carácter de Alfonsina». Por su parte, a la poetisa él -que era un viudo con dos hijos, que rondaba los cuarenta años y tenía reacciones adolescentes- le despertaba cierta actitud maternal.
El tiempo y el contacto fueron incrementando el vínculo, a tal punto que un día Quiroga -que para muchos no gozaba de buena salud mental- le propuso a Alfonsina irse a vivir juntos a su casa en Misiones (donde se había suicidado su ex mujer, Ana María Cirés). Ella, indecisa, habló con su amigo, el pintor Benito Quinquela Martín, a quien le pidió un consejo sin reparar que entre ambos existía una fuerte enemistad, en gran punto alimentada por el amor a ella. Al pintor no le tembló el pulso y -sin preámbulos- sentenció:
¿Ir a Misiones con ese loco? ¡Ni a la esquina, Alfonsina, ni a la esquina!
Fragmento del libro «Romances Argentinos de escritores turbulentos», de Daniel Balmaceda
La escritora tomó el consejo del pintor y desestimó la propuesta. El tiempo fue dejando huellas de ese amor en correspondencias y la pasión devino en una gran amistad que continúo epistolarmente.
El final: tercer gran punto en común entre ambos
El destino volvería a unir a estos dos grandes de las letras. Quiroga, en 1937, decidió quitarse la vida, tras sufrir largos penares ocasionados por una enfermedad terminal. Alfonsina, un 25 de octubre de 1938, decidió viajar a Mar del Plata y pisar «la blanda arena» por última vez. «Su pequeña huella» «hasta el agua profunda» la borró el mar. Ella luchaba con las dolencias de un cáncer avanzado de mama, que -al igual que Horacio- tenía diagnóstico terminal.
Morir como tú, Horacio, en tus cabales,
y así como siempre en tus cuentos, no está mal;
un rayo a tiempo y se acabó la feria …
Allá dirán.
No se vive en la selva impunemente,
ni cara al Paraná.
Bien por tu mano firme, gran Horacio …
Allá dirán.
“No hiere cada hora –queda escrito-,
nos mata la final.”
Unos minutos menos … ¿quién te acusa?
Allá dirán.
Más pudre el miedo, Horacio, que la muerte
que a las espaldas va.
Bebiste bien, que luego sonreías …
Allá dirán.
Sé que la mano obrera te estrecharon,
mas no si Alguno o simplemente Pan,
que no es de fuertes renegar su obra …
(Más que tú mismo es fuerte quien dirá.)
Alfonsina Storni
(poema dedicado a Horacio Quiroga)

Escuchá a María Marta Guitart interpretando a Alfonsina Storni, en el programa especial que le dedicamos en Noche de Letras 2.0
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La historia al estilo Dolina
No te pierdas la historia entre Alfonsina y Quiroga en la voz de Alejandro Dolina