Machado, el símbolo y el camino

Como ya lo afirmó Bousoño, en su obra «El irracionalismo poético» (Gredos-Madrid 1977), el simbolismo es la técnica expresiva más revolucionaria de la poesía moderna. Éstas suelen ser palabras que no sólo portan conceptos, sino que permiten asociaciones irreflexivas en otros conceptos que son los que llaman o aportan emoción. De algún modo, el símbolo evoca, sugiere. Al mismo tiempo, éste ofrece un significado denotativo y otro evocativo -éste último puede ser individual para cada sujeto-.

Podría decirse que el símbolo o la simbología para el poeta podría cumplir un rol similar al truco para el mago.

En la poesía del gran Antonio Machado, como de tantos otros escritores, el símbolo cumple un rol fundamental. Machado hace tan buen uso de este recurso que el símbolo (dotándolos de sentidos y de emociones) deja de ser tal para convertirse en una realidad objetiva para el lector.

El simbolismo de Machado

Machado en su poética le otorgó simbolismo (un significado poético-filosófico) a «al camino», «la tarde», «la fuente» y «el sueño», entre otros conceptos. Pero en esta ocasión haremos hincapié en el primero: el camino.

En Soledades II Machado dice:

«He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas,
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas».

Aquí el autor propone la idea de camino, como trayecto en la vida. Y sostiene que no encontramos el camino hecho, cada persona hace el suyo propio, que es irrepetible.
Estamos dentro de la filosofía existencial: el hombre no tiene una esencia dada, sino que se va creando su diario existir. Ser, vivir, no es adaptarse a un modelo nuevo, sino crear, viviendo, el propio modelo vital, único, irrepetible. Algo que se pone de manifiesto en el texto de Machado, «Proverbios y cantares XXIX»:

Caminante son tus huellas
 el camino y nada más; 
caminante, no hay camino, 
se hace camino al andar...

...AI andar se hace camino, 
y al volver la vista atrás 
se ve la senda que nunca 
se ha de volver a pisar. 
Caminante, no hay camino, 
sino estelas en la mar.

Otro poema donde Machado sale a pasear por los caminos es el poema XI de Soledades:

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
—La tarde cayendo está—.
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón.”
Y todo el campo, un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se oscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.

En el texto anterior, Machado comienza hablando del camino como un sendero al atardecer, pero luego se comienza a tejer un sentido nuevo/oculto que lo va definiendo con la combinación de paisajes y sentimientos. Es decir, existe un significado denotativo y otro connotativo. Sin dudas, Machado era un simbolista que no manipulaba el paisaje para adaptarlo -sostenía José María Aguirre Díaz, en su libro «Antonio Machado, poeta simbolista»- sino que su estado anímico determinaba la visión que él tenía del paisaje.


El camino como búsqueda

Para Machado el camino también se presentaba como una búsqueda. Pero el poeta no siempre está dispuesto a caminar/buscar, y también se cansa -del tránsito errante- o termina siendo víctima del tiempo (como dice en Vid. Campos de Castilla CXXVIII «Poema de un día».

Del reloj arrinconado,
que en la penumbra clarea,
el tictac acompasado
odiosamente golpea.

Dice la monotonía
del agua clara al caer:
un día es como otro día;
hoy es lo mismo que ayer.

Se podría seguir hablando sobre el simbolismo que Antonio Machado le otorga al camino, pero aquí abrimos una invitación para que ustedes se animen a jugar y seguir encontrando sentidos a este símbolo que se encuentra tan presente en la obra del gran escritor español y, además, los invitamos a compartir aquí, en los comentarios, los textos que tengan sobre los caminos o los símbolos de los caminos.

Caminante no hay camino

Desde PAMA, abrimos el juego con dos propuestas, una plástica de la mano de José Luis Masdeu y la otra poética de Leandro Murciego. Se trata de un diálogo artístico que relaciona dos géneros. Los invitamos a animarse a abrir otro diálogo y que puedan enviarlo a nuestro mail (poesiaamanoalzada@gmail.com) y los seleccionados los iremos publicado en futuros posteos.

Obra plástica de José Luis Masdeu (acuarela sobre papel)
Obra plástica de José Luis Masdeu (acuarela sobre papel)

Para José Luis Masdeu

Dobla el sendero,
una vez más,
y yo con él.

Me doblo,
pero no me quiebro.

Sigo.
A pesar de todo.
Siempre sigo.

Resisto.
Aprendí,
sin querer,
a ser bambú.

Ser bambú
en esta tierra
de vientos Zondas
y Patagónicos
no es sencillo.

Descubrí
a lo largo del camino
que la convicción
tiene más de silencio
que de alarido.

La mayoría
intenta revelarse,
pero se quiebra.

Y mástil roto
no es capaz
de hacer flamear
las banderas.

Doblarse, también,
es ser fiel a un objetivo.
Es tener fe
en que, finalmente,
y aunque lleve
mucho caminar
lograremos llegar a destino.

Leandro Murciego

Acerca de Leandro Murciego

Soy Leandro Murciego, periodista el diario La Nación en Argentina hace más de 25 años, poeta y autor de los libros "Identidad" y "Mensajes de texto", gestor cultural y creador del blog PAMA (Poesía a Mano alzada) que nuclea y cura trabajos de poetas hispanoamericanos. Creador y conductor de los ciclos radiales "Noche de Letras 2.0" y "NDL Casual". Además, soy coach ontológico y trabajo profesionalmente como coach y mentor de artistas, mi trabajo es ayudar -en especial- a escritores, cantautores y a personas interesadas, a refinar y enriquecer su estilo literario.
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