
Tres poemas de Cristina Penalva Pastor
En Cristina Penalva Pastor la palabra se hace visible, el verso toma forma y el poema parece latir. Ella es una de esas poetas que anidó textos durante años. Pareciera que los fue añejando, como sucede con los buenos vinos. Su voz literaria, lejos de pretender ostentaciones, es certera y contundente. Ella dice, pero cuando dice está haciendo, hasta cuando no se lo propone.
En este posteo queremos compartirles tres textos de su primer poemario, «La palabra invisible», que vio la luz de la mano del sello editor La Palma.
Ramas del color del miedo
con sed de siglos
tocan el suelo a tientas
sin poder dar un paso
antes de lacrar sus oblicuos ojos
y abandonarse al desvelo perpetuo
Tú has soltado mi mano
cómo voy a encontrar en los maizales
el silencio o la luz o el beatífico
rito del pedernal a pleno pecho
Todo tiene su viento y su fin
ya no alcanzo la llamada del agua
Vuelvo a la noche
a la tibia
y deliciosa noche
que me engendró
a las violetas protectoras
al diálogo en voz baja
a sostener las tres eternidades del aire.
Cristina Penalva Pastor

Mover la masa de pan
de un lado a otro
contra las palmas de las manos
hasta que me bendice
Inspirar las corrientes del océano que
empujan las lluvias
antes que lleguen a tierra
Los matorrales desnudos de artemisa
el saxaul que abandona sus hojas y bebe del oasis
los cactus que acumulan relente en su regazo
la palmera con su penacho de abanico
que recibe la Pascua con salmos
y me abriga con su palmito de flor hermafrodita
Me cuelgo de sus filamentos entre Eritrea Djibouti Etiopía
me visto con el velo colorido de las damas del desierto
y cargo la esencial agua
orgullosa
con ojos que ya me han perdonado
Estas son mis raíces
Cristina Penalva Pastor
(Mis raíces)

No quiero estar cuando te marches
Ni me digas que ha llegado el verano
El viento del desierto cubrirá de arena
los jardines cerca de los cerros
Y los paseos por los montes de la luna
se convertirán en angustia y en palabras huecas.
Cristina Penalva Pastor